Al final ha marcado el número con el miedo en el cuerpo. «Llevamos una temporada tan dura de muertes de amigos y malas noticias que cuando me han dicho que el ministro quería hablar conmigo, le he llamado asustada», cuenta la escritora Rosa Montero. Pero lo que Íñigo Méndez de Vigo, ministro de Cultura, quería anunciarle no era ningún hecho luctuoso, sino el dictamen del jurado del Premio Nacional de las Letras, que este año ha decidido premiar su «larga trayectoria novelística, periodística y ensayística, en la que ha demostrado brillantes actitudes literarias», según reza el veredicto. La sorpresa de lo inesperado, advierte la autora, redobla la alegría del galardón.

«Es un premiazo, porque te lo da tu sociedad y tu época. Tengo una enorme sensación de serenidad, la sensación de volver a casa y que tus padres te digan: no lo has hecho mal del todo», cuenta la escritora aún con la emoción del anuncio en la garganta. Ni se sabía en las quinielas ni conocía que ayer se anunciaba el dictamen del jurado. De hecho, la llamada la pilló arreglándose para acudir a una grabación de la televisión, aunque tuvo que trastocar su agenda para atender las felicitaciones que no pararon de llegar a su teléfono en toda la jornada.

Era su día, el día de los abrazos y las palmadas en el hombro, aunque su mayor esperanza es que este regusto se alargue en el tiempo. «Todos los novelistas llevamos dentro un agujero negro de inseguridad, siempre te preguntas si eso que haces tiene algún sentido, si le llega a la gente. Un galardón así sirve para tapar ese agujero durante un tiempo, cauteriza esa herida. A ver si me dura para un par de años», suspira la escritora.

Una quincena de novelas / El premio corona una carrera literaria compuesta por una quincena de novelas, entre la que hay títulos aplaudidos por la crítica y refrendados por el público como Te trataré como a una reina (1983), La hija del caníbal (1997) o La ridícula idea de no volver a verte (2013). Su trayectoria como novelista ha corrido paralela a una intensa labor periodística como autora de reportajes, entrevistas y artículos, principalmente para las páginas del diario El País, que la ha hecho acreedora de diversos premios, como el Nacional de Periodismo, el del Club Internacional de la Prensa o el de la Crítica de Madrid.

A esa vitrina suma ahora el Nacional de las Letras, valorado con 40.000 euros, y que añade su nombre al de figuras como Carme Riera, Ana María Matute, Miguel Delibes o Juan Goytisolo, que lo recibieron antes. El jurado destacó «los compromisos vitales y existenciales y la ética de la esperanza» que presiden la obra de Montero. La novelista se siente reflejada en ese análisis: «Mi literatura es obsesivamente existencial, se centra en la muerte y en lo que el tiempo nos hace y nos deshace. Todas mis novelas son de supervivientes, en ellas hablo de las tinieblas de la vida y de la luz que hay detrás, de la capacidad de resistir y renacer que tiene el ser humano», explica.

Esa búsqueda no se detiene por un premio como el que ahora ha recibido. De hecho, la autora, que publicó el año pasado su última novela, La carne, lleva ya escritas 80 páginas de su próxima obra, que será la tercera de la serie protagonizada por la investigadora futurista Bruna Husky. ¿Recibir un reconocimiento como este alterará su planteamiento literario? «A lo sumo me quitará inseguridad, que es algo que a estas alturas, por raro que parezca, me sigue coartando mucho», confiesa.

Como periodista, Rosa Montero ve un panorama «bastante chungo» en el que los medios de todo el mundo «están haciendo la travesía del desierto porque no se encuentra el modelo de mercado para ganar dinero» en la sociedad de las nuevas tecnologías, si bien es optimista porque «las democracias necesitan unos medios de comunicación fuertes y se acabará encontrando el camino».

El jurado que se lo ha concedido estuvo presidido por Óscar Sáenz de Santa María e integrado por Javier Pascual, Carme Riera, Juan Gil, Víctor Fernández, Sagrario Alemán, Adolfo Sotelo, Inma Chacón, Guillermo Carnero, María Luisa Ciriza, Josefina Martínez y José María Beneyto.