Rosario ‘La Tremendita’ (Sevilla, 1984) asegura que su nuevo trabajo ‘Delirium tremens’ responde al ‘nuevo movimiento anárquico de la generación flamenca actual’. En la RAE ‘anarquía’ se describe, en su primera acepción, ‘como ausencia de poder público’, también como ‘desconcierto, incoherencia, barullo’ Y es cierto que el tercer y último trabajo de Rosario responde a un caos necesario, como ella bien dice, desde el cual se puede resurgir con más fuerza si cabe. Un ‘totum revolutum’ bien creado, y que de alguna manera responde a un orden establecido por su autora, que ha definido la obra en cuatro movimientos. En ‘Delirium tremens’ hay muchas cosas, pero sobre todo, composición, métrica, poesía y una nueva ‘vuelta de tuerca’ a la evolución de esta artista de Triana, que asegura no perder su alma cantaora ni sus raíces. Rosario es plástica, y una artista con una capacidad creativa inmensa e intensa que te puede llevar al delirio. A mi este último disco me cuesta entenderlo pero creo en ella, y tras esta entrevista me quedo con esa seguridad de aceptar y asumir su arte sin fisuras. «Me llama la atención, -me comenta Rosario-, y me halaga que me digas eso, porque a veces no hay que comprender las cosas sino dejar que maduren y que evolucionen». ¡Amén, artista! Lo dicho, sin fisuras.

--¿Cuál es la causa de su delirio?

--Bueno, la causa de ‘Delirium’…, todos los seres humanos pasamos en algún momento de nuestra vida por ahí. Hay muchas causas en lo que uno puede entrar en ‘delirium tremens’.., la pérdida de uno mismo cuando se está en un conflicto creativo, emocional…, creo que cualquier tipo de evolución puede llevar a un ‘delirium tremens’.

--Este tercer disco, ¿es una especie de terapia?

--Yo creo que los artistas tenemos la gran suerte de canalizar las emociones a través del arte, y el poder expresarnos nos sirve de medicina, incluso. Al final el arte está unido al artista, y es imposible separar. Este proyecto tiene que ver mucho conmigo, con mis conflictos creativos, con mis ganas de libertad en la música…, este trabajo es una apuesta por la libertad.

--¿También en lo personal es un antes y un después?

--Yo creo que sí, pero porque va ligado a lo personal. Yo creo que el artista no puede separar lo personal de lo profesional. A la hora de escribir, de crear, todo está ligado a la persona.

--Este disco es realmente impactante. Una obra que hay que escuchar una y otra vez para poder captar todos los mensajes que encierra…

--(Se ríe) si, bueno, yo vengo del cante tradicional, vengo de la tradición, pero también es cierto que a lo largo de mi trayectoria he encontrado otro tipo de lenguajes, otras disciplinas más contemporáneas, y eso me ha llevado a encontrar otros registros y universos que me han llevado a ‘Delirium’. Es verdad que es un disco que hay que escuchar varias veces porque tiene mucha información. La misma estética que tiene…, yo creo que es importante todo, pero creo que es un paso más y pienso que es un disco que cuando lo escuchas varias veces y lo entiendes, es un trabajo con un discurso muy especial y muy personal. A mí me ha llevado a sitios desconocidos y me ha hecho evolucionar y aprender.

--¡Vaya examen que nos ha puesto a los aficionados!, porque es difícil de entender su obra…

--¿Sí? ¡Pues eso será porque es muy difícil de entenderme a mí, digo yo! Al final yo creo que es más sencillo que todo eso. Yo no he querido hacer un trabajo de cantes o de temas, sino un viaje por las emociones. Tiene cuatro movimientos que es la fase de la crisis. El primer momento se llama ‘Caótica’ que es cuando el ser humano está en el caos; el segundo se llama ‘Fuga’ que es la aceptación del caos; el tercero es ‘Ahínco’ que es el aprendizaje de todo esto, y luego está ‘Tedeum’ que es el agradecimiento y la luz. Es cuando realmente uno encuentra la crisis como una oportunidad. Al final es un viaje, y lo hago a través de la música, de los cantes del flamenco y los arreglos y las texturas que hemos buscado todo el equipo, pero creo que es sencillo, es un viaje.

Al final el disco es una reflexión para yo liberarme de los prejuicios. El directo de este disco lo hago rodeada de instrumentos…, toco el bajo eléctrico, toco la guitarra, voy con una pedalera, con un sintetizador, y estoy cantando por tarantas, por serrana, por soleá de Triana… salirme de todos los prejuicios y todos los miedos que a mí me han llevado desde pequeñita, mi cultura, mi género…, para mí ha sido un conflicto grande porque al final el poder liberarme de todo esto ha sido a través de un viaje y de una lucha muy personal. Pero yo pienso que cuando se escucha de arriba abajo, y coges el libreto, coges las letras y las entiendes, te das cuenta de que es un disco que está lleno de luz a pesar de los conflictos. Es un disco súper positivo y te deja una sensación energética súper bonita. No es un disco para nada oscuro, conflictivo…, al revés, es todo lo contrario.

--¿Tanto le han pesado sus orígenes?

--Para nada, para empezar, el cante tradicional me acompaña desde que me levanto hasta que me acuesto, todos los días de mi vida. Yo amo mi género y me siento cantaora por encima de todo, convivo con ello todos los días porque mi familia forma parte de esto, pero yo me siento creativa y mi lenguaje natural es el flamenco, pero que si hubiera nacido en Nueva York a lo mejor hubiera sido cantante de soul, ¡yo que sé! Me siento creativa entonces necesito ir descubriendo, ir ampliando, ver otras disciplinas, ver qué ocurre cuando canto otro tipo de poesía, con otra métrica, me siento músico, tengo los instrumentos en casa, tengo la batería, el bajo…, y esa inquietud hace que siempre me esté haciendo preguntas, intente evolucionar, y que al final vaya a otros sitios independientemente de que yo me levante por la mañana y me ponga Manuel Torres, que es mi pasión.

--¿Cuánto hay de Enrique Morente en esta obra?

--Enrique está en todos los jóvenes, y lo que hay en ‘Delirium’ es esa libertad con la que Enrique acabó llevando su música, pero también hay de mi padre, de mi casa, el respeto y la conciencia hacia mi arte, porque a pesar de que el disco tenga otras texturas, sea un paso más en mi carrera y vaya hacia otra dirección, yo respeto el cante. Hay una serrana, hay una soleá de Triana, hay una taranta doble…yo creo que el flamenco lo tengo muy interiorizado en este disco, porque lo tengo muy interiorizado en mi persona. No siento que tenga que demostrar que soy cantaora, porque eso lo llevo yo haciendo desde hace muchos años.

--¿Y cuánto tiene de la locura de Rocío Molina?

--De Rocío hay mucha influencia, igual que ella tiene de mí. Son quince años colaborando juntas, tenemos una forma de entender el arte muy similar, y siempre hemos tenido una conexión muy fuerte a nivel creativo. Estamos muy influenciadas y creo que para bien, hemos hecho un tándem bueno. ¡Y claro que está Rocío! de hecho en el disco hay una letra de ella: ‘La lava ablanda la paja’

--Cree que todo lo que está ocurriendo en el flamenco: Andrés Marín, Rocío Molina, Israel Galván… ¿es el camino hacia donde tiene que ir el flamenco o piensa que todo es cíclico y que volveremos hacia atrás?

--Yo creo que no hay un camino solo, sino que hay muchos caminos y creo que es importante que este sea uno de ellos. Lo importante es que el flamenco esté movimiento y que haya gente más contemporánea, más evolutiva porque es señal de que el flamenco está vivo y genera interés. De que sigue evolucionando y de que no es una música muerta, afortunadamente.