Las dos rutas gastronómicas que proponemos están íntimamente unidas: Una es la del aceite de oliva y la otra de los platos fríos. No se puede olvidar que uno de los ingredientes claves de la cocina de primavera y de verano es el aceite, sin el cual los guisos perderían todo su sabor.

En cuanto a la del aceite, se sugiere un recorrido por localidades como Coria, Moraleja, Gata, Robledillo de Gata, Descargamaría y Montehermoso, algunas situadas en las comarcas con mayor superficie, 250.000 hectáreas, dedicada al cultivo del olivar y producción de aceitunas como son: Tierra de Barros, en Badajoz y Gata-Hurdes, en Cáceres.

Existen diferentes variedades de aceituna, siendo las más extendidas la morisca, corrasqueña y verdial, en Badajoz, y la manzanilla cacereña y corniche, en la provincia de Cáceres.

El aceite de oliva virgen extremeño es excepcional, yendo del color amarillo pálido al verde oscuro, según el método usado para su extracción y el estado de madurez de las aceitunas.

Tercera productora

En España, Extremadura es la tercera comunidad productora de aceite de oliva, con una producción aproximada de 29 millones de kilos. Todos los aceites extremeños de oliva virgen son de un color y un sabor inigualables, con gran riqueza de sensaciones olfativas y gustativas.

Gran parte de la rica cultura culinaria de la región se sustenta en las virtudes de sus aceites, siendo imprescindibles en nuestras recetas más emblemáticas, a saber: sopas, calderetas, gazpachos, migas, ensaladas, repápalos o dulces de sartén.

La naturalidad y sabiduría ancestral de las amas de casa extremeñas en las maneras de utilizar el aceite de oliva virgen, explica la suculencia de las recetas señaladas y sirve para matizar y diferenciar la cocina de creación de nuestros mejores restaurantes, en los que el aceite extremeño es objeto de distinción en sus cartas.

La ruta escogida posee uno de los aceites más expresivos, tanto en color como en gusto, comparable a cualquiera de los aceites de Tierra de Barros en donde destaca el de Los Santos de Maimona, o los aceites de Monterrubio.

La cocina de la ruta es sencilla pero enormemente gustativa, llena de sabores profundos que dejan su aroma en el paladar. Es de huerta y de cabrito.

En Coria, el gazpacho blanco y las patatas al buen pastor. En Moraleja, los papones y la sopa de arroz; en Hoyos, el cordero con orégano y setas. En Robledillo de Gata, el lomo de cerdo al vino de pitarra; en Gata las tostadas y en Descargamaría, su vino. En Montehermoso, la ensalada de naranjas, la sopa de habas, el cocido de alubias, el feje, ensalada de hígado de cerdo, y de postre, los bollos escaldones.

Los platos fríos

Para comprobar lo antes expuestos, nada como acercarse a Talavera la Real, Mérida, Santa Amalia, Medellín, Don Benito, Guareña, Palomas, Puebla de la Reina, Hornachos, Ribera del Fresno, La Zarza y Alange.

El plato frío, ya sea en gazpacho, ensalada o escabeche, tiene una importancia capital en la gastronomía no solo en el conjunto de su recetario, sino también en la filosofía que encierra gran parte de la construcción de la antropología alimentaría.

Esta tierra de veranos largos y sofocantes, agrícola y ganadera, es decir, de labradores y pastores de sol a sol, necesitaba una dieta completa y refrescante que permitiera pasar las fatigas con el menor esfuerzo calórico.

Así, toda la geografía está cuajada de platos fríos, sopas o ensaladas, que combinan de forma magistral los productos más naturales y espontáneos para convertir el agua y los productos básicos de la huerta, en hermosas y suculentas recetas.

Desde el limón de las Hurdes al cojondongo de Tierra de Barros, pasando por los escarapuches de la Siberia o el zorongollo de la Vera, la cocina de subsistencia extremeña ha ido jalonando su recetario de un conjunto variado y armonioso de sopas y platos fríos.

De ahí, que para destacar su presencia en la cocina y su importancia en la dieta del extremeña, se proponga esta ruta, que podía estar dedicada a otros muchos aspectos de nuestra gastronomía, pero que al examinar el conjunto de su recetario particular destaca especialmente por sus sopas y platos fríos.

De toda la ruta son propios y naturales los gazpachos al modo extremeños y las ensaladas de tomates y pimientos.

En Don Benito se pueden degustar el ajo de calabaza, la sopa de tomate o la sopa molinera. En Medellín, unos calabacines rellenos y un exquisito pisto de peces. En Guareña, el gazpacho con espárragos trigueros o el llamado gazpacho al horno. En Hornachos, unos riñones de cordero con zumo de naranja y de postre el licor de resoleo.

Una de las más típicas

Zarza de Alange posee, además, una de las recetas más típicas de nuestra cocina, el pollo a lo Padre Pero y, Puebla de la Reina es un lugar de peregrinaje para disfrutar de la más tradicional: el cojondongo, el zorongollo, el gazpacho blanco, las ancas de rana, la perdiz a la jara, el conejo en salmorejo y, de postre, los repápalos dulces y el arrope.

Los vinos de Don Benito y Medellín son excelentes para acompañar la cocina de esta ruta.