Después de Cannes, Venecia y Toronto ahora llega el turno de San Sebastián, el más pequeño de los festivales de categoría A que mira con atención a sus hermanos mayores pero que no pretende competir con ellos y que hoy alza el telón como si fuera la primera vez. La nueva etapa del certamen se explica por varias razones. La primera es que tiene un nuevo director, José Luis Rebordinos, antiguo responsable de la Semana de Terror donostiarra. La segunda, el hecho de que el Ayuntamiento y la Diputación esté en manos de Bildu (mañana está prevista una manifestación para pedir el acercamiento a Euskadi de los presos etarras). La tercera razón es que nunca antes se había visto en San Sebastián semejante despliegue de cine español.

Si hablamos de la imprescindible alfombra roja, el festival no tendrá este año a estrellas planetarias como Julia Roberts o Brad Pitt, pero sí a dos actores bien reconocidos en Hollywood: Clive Owen y Glenn Close, una actriz convencida de que las series de televisión son "una forma de arte". Owen estará hoy en el festival presentando Intruders , la nueva película de terror con la que el director canario Juan Carlos Fresnadillo pretende, de nuevo, asaltar el mercado internacional. Mientras, Close llegará el domingo para recibir el premio Donostia. El cine español exhibirá músculo en San Sebastián. El primero será el maestro del thriller patrio, Enrique Urbizu, que se estrena No habrá paz para los malvados . También en la sección oficial y compitiendo por el máximo galardón, Isaki Lacuesta con Los pasos dobles . Radicalmente diferente es la apuesta del sevillano Benito Zambrano, que firma un dramón tremendista y efectista sobre la represión en las cárceles franquistas, La voz dormida.