La República y, en especial, la figura de Manuel Azaña (de quien trazó una biografía canónica y editó sus Obras Completas), la guerra civil y sus víctimas, la dictadura y la transición fueron las dianas preferidas sobre las que el historiador Santos Juliá disparó sus lúcidos y numerosos estudios. Ayer murió a los 79 años en Madrid a causa de un cáncer un «maestro y referente de varias generaciones de historiadores y lectores, que aunaba la investigación más rigurosa con el análisis político más brillante», le recordó María Cifuentes, su editora de Galaxia Gutenberg.

Catedrático de Historia Social y del Pensamiento Político y doctor en Sociología por la Complutense, Juliá (Ferrol, A Coruña, 1940), fue autor de una extensa obra sobre historia política, social e intelectual de España no solo del siglo XX sino hasta la actualidad. Sus últimos libros los publicó este mismo año, Demasiados retrocesos. 1898-2018 y La guerra civil española: De la Segunda República a la dictadura de Franco.

En Historias de las dos Españas, Premio Nacional de Historia 2005, dibujó un mapa de los intelectuales españoles de los dos últimos siglos avisando del riesgo de las identidades colectivas fijas: «son una invención y están abocadas al enfrentamiento». «Tuvo un gran papel como educador político y, al ser estudioso de las dos Españas, rehuyó siempre los extremos, por eso es notoria su crítica a la extrema izquierda y la extrema derecha. Nunca se casó con nadie», resumía el filósofo Javier Gomá. «Se situó en el antifranquismo pero siempre separó sus opiniones personales de su trabajo, no se dejaba contaminar por prejuicios ni por visiones ideologizadas y sus obras demuestran que huyó del blanco o negro y de la esquematización», señaló a este diario el historiador Pere Ysàs, que destacó su «gran honestidad intelectual» y sus «opiniones sólidas y fundamentadas».

Autor de Nosotros los abajo firmantes y director de obras colectivas como Víctimas de la Guerra Civil (1999), veía el conflicto como «una guerra de vencedores y vencidos; de aniquilación del derrotado» y abogaba por «una política de Estado para el reconocimiento y la reparación de las víctimas». Opinaba que «se tendría que llegar a un acuerdo para erigir un memorial de las guerras civiles que han escindido la sociedad española durante un siglo».

«Juliá concebía el estudio de la historia como una forma de entender el presente», destaca el director de Galaxia Gutenberg, Joan Tarrida, sobre el autor de Transición. Historia de una política española, 1937-17, quien nunca ahorró reflexiones sobre la actualidad, lamentando que la clase política de hoy no esté «a la altura de las circunstancias de los problemas que tenemos».

Buen conocedor del catalanismo como fenómeno político desde el siglo XIX, se pronunció sobre el procés y se mostró partidario del Estatut, que no vio como un peligro para la unidad de España. Comprometido con una idea plural del país, creía posible la existencia de diferentes tipos de estado sin que eso significara la desaparición de la identidad española y calificó de «error» las cargas policiales del 1-O contra «gente que va a votar».