Es muy discutible que un retrato cinematográfico de Vincent van Gogh haga falta a estas alturas, y no solo porque ya hace tiempo que el holandés dejó de ser solo uno de los pintores más famosos para convertirse en fenómeno de consumo de masas, sino porque ya existen varias películas sobre su figura, entre ellas El loco del pelo rojo, de Vincente Minnelli (1956), y Van Gogh, de Maurice Pialat (1991). También es cierto que At eternity’s gate, presentada ayer a concurso en la Mostra, es la primera cuyo director tiene una prolífica carrera en el mundo de la pintura. Sobre el papel, eso lo convierte en voz excepcionalmente autorizada.

De hecho, mientras observa el progresivo resquebrajamiento psicológico del protagonista -encarnado por Willem Dafoe, cuyo parecido físico es asombroso- durante los dos años que pasó en Arles (Francia), Julian Schnabel hace algo que ni Minnelli ni Pialat consideraron conveniente: mostrarnos repetidamente al pintor en pleno proceso de creación. Y es importante porque en la locura de Van Gogh hay componentes indispensables para entender su genio, de la misma manera que en su genio hay rasgos específicos de su locura. El problema es que la película no acompaña esas imágenes de más reflexión sobre su obra que lo que cualquier espectador con cierta cultura general ya sabrá de antemano: que el holandés sentía un gran apego al paisaje, y que su actividad era febril. Cuando murió a los 37 años había creado unas 2.100 obras de arte. Lo dice la entrada sobre Van Gogh en la Wikipedia, en la que At eternity’s gate parece haberse basado,

Después de todo, su principal método para comunicar la esquizofrenia del pintor es hacerle decir cosas como «a veces siento que pierdo la cabeza». De hecho, es el loco más consciente de su enfermedad y articulado acerca de ella que el cine recuerda. Resulta sorprendente, considerando su bagaje en el mundo de las artes, que Schnabel no sea capaz de adentrarse en la psique de Van Gogh solo con imágenes ni que use las florituras visuales que la película incluye más que para hacer bonito.