A Scorsese le gusta prácticamente todo el cine estadounidense de la era clásica, pero tiene un especial aprecio por el cine negro, tanto películas sobre detectives y mujeres fatales ('Retorno al pasado') como retratos de gánsteres psicóticos ('Al rojo vivo') o en caída libre ('Underworld USA', 'La ley del hampa'). Quizá por ello abundan en su filmografía las películas sobre la mafia y el crimen organizado. En la gran época del género aparecieron filmes sobre gánsteres, policías o detectives. Scorsese no ha dirigido ninguna película en la que el protagonista sea un investigador privado o policía (con la excepción de 'Shutter Island'). Lo suyo es el otro lado de la ley.

'Taxi Driver' (con el submundo representado por el proxeneta que encarna Harvey Keitel) y 'El cabo del miedo' (retrato de una patología criminal) son filmes colindantes con el cine negro; incluso 'El color del dinero', en su retrato de los entresijos de las apuestas en el juego del billar. Pero no formarían parte del mismo grupo de 'Malas calles', 'Uno de los nuestros', 'Casino', 'Gangs of New York', 'Infiltrados' y 'El irlandés', al que deberíamos añadir la serie televisiva 'Boardwalk Empire', de la que fue productor ejecutivo y director del primer episodio.

Scorsese ha trazado el gran mapa del crimen organizado en la historia estadounidense desde finales del siglo XIX. Geográfica, histórica y anímicamente. 'Malas calles' habla del nacimiento de la conciencia del crimen en dos personajes que aún se mueven torpemente por los bajos fondos del Nueva York de los primeros 70. Muy convulso: ecos del calvinismo y la cocaína.

Robert De Niro era más secundario en 'Malas calles', pero en 'Uno de los nuestros' revalidaría lo logrado en la obra de Scorsese con Taxi Driver y Toro salvaje. Y aquí el secundario es Joe Pesci, un gran descubrimiento del director. Estamos ahora en el Brooklyn de los 70 y 80, la fascinación por el crimen organizado y la fama que ello conlleva a través de la mirada inicialmente inocente del personaje encarnado por Ray Liotta, medio italiano y medio irlandés como mandan los cánones, hacia los gánsteres de su barrio. Imposible olvidar el inicio tan violento con el cuerpo malherido en el capo del coche.

De nuevo con De Niro y Pesci como escuderos, Scorsese trasladó la acción a Las Vegas en 'Casino', ecuación de juego, drogas, violencia y blanqueo de dinero. Corrupción, en una palabra. 'Casino' volvía a los inicios de los años 70. Scorsese realizaría un salto temporal definitorio en 'Gangs of New York', donde retrata la confluencia de identidades y culturas inmigrantes en la ciudad en la segunda mitad del siglo XIX mientras nace el crimen organizado. Es su primer filme con Leonardo DiCaprio, pero es Daniel Day Lewis, el criminal que se golpea su ojo de cristal con la punta del cuchillo, quien se erige en figura determinante.

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No podía faltar un filme sobre el gansterismo en Boston, y este es 'Infiltrados', aunque Scorsese tomó prestada la situación de base de la película hongkonesa 'Infernal affairs' trasladándola al ambiente bostoniano: un policía (Di Caprio) se infiltra en una banda criminal y un miembro de esta (Matt Damon) se infiltra en el cuerpo de policía.

Solo le quedaba un relato sobre la época de la Ley Seca, y así surgió la serie de HBO 'Boardwalk Empire', ambientada en el bullicioso Atlantic City después de la primera guerra mundial, con Steve Buscemi como el capo que quiere controlarlo todo, el juego y el alcohol, los políticos y la prostitución. Y de ahí a Jimmy Hoffa y el gansterismo pleno de los 50 y 60, el contexto de 'El irlandés', posiblemente el fin de un ciclo.