Guillem Anglada-Escudé (Barcelona, 1979), profesor de la Universidad Queen Mary de Londres, encabezó el equipo internacional que recientemente anunció el descubrimiento de un planeta potencialmente habitable que orbita alrededor de Próxima Centauri, la estrella más cercana a nuestro sistema. Se encuentra a 4,3 años luz, unos 40 billones de kilómetros, una distancia enorme pero que en términos astronómicos es prácticamente la vuelta de la esquina. La semana pasada, Anglada estuvo en Barcelona para pronunciar una conferencia en el museo CosmoCaixa.

-¿Encontrar un planeta como Próxima b es fortuna?

-Partíamos de un conjunto de 200 o 300 estrellas, una de las cuales era precisamente Próxima Centauri. Se trata de una estrella que ya había sido estudiada con anterioridad sin resultados positivos, pero que a nosotros nos seguía pareciendo muy interesante por su tamaño. Sabemos que si queremos encontrar planetas como la Tierra, va a ser más fácil detectarlos en estrellas de ese tipo. Así que empezamos a analizar y procesar matemáticamente datos previos. Separados no decían nada, pero al juntarlos apareció una señal extraña. Era el planeta.

-¿No llegan a ven el planeta?

-Con los instrumentos de la actualidad no se pueden observar los planetas extrasolares. Nosotros deducimos su existencia a partir de otros parámetros. No son especulaciones.

-¿Cómo lo hacen?

-Cuando un planeta orbita alrededor de una estrella, le provoca una pequeña oscilación periódica, una influencia gravitatoria, en su movimiento alrededor del centro del sistema. Y ese movimiento lo podemos detectar. Eso sucede en nuestro sistema: la existencia de la Tierra, por ejemplo, desplaza 10 centímetros por segundo el movimiento del Sol.

-¿Qué telescopio emplean?

-En este caso, el principal ha sido el telescopio europeo de 3,6 metros en el observatorio chileno de La Silla, aunque lo más importante es un instrumento que lleva, un espectrómetro llamado Harps que mide las longitudes de onda de los elementos químicos.

-¿Qué más podemos saber de Próxima b?

-No sabemos el tamaño, pero podemos usar un argumento estadístico. Los planetas que se encuentran en estas órbitas -y se han localizado muchos por otros medios- suelen ser pequeños. En cuanto a si es rocoso o no, dependerá del tamaño final que tenga, y ahora solo conocemos su masa. La expectativa es que tenga entre una y dos veces el tamaño de la Tierra. Los modelos teóricos sugieren que puede ser un planeta rocoso rico en volátiles, quizá agua, pero con la información disponible no lo sabemos. Todo es especular.

-¿Va a seguir analizando el planeta?

-Sí. Ahora estamos buscando el tránsito del planeta por delante de su sol [este movimiento genera una especie de eclipse que reduce la luz de la estrella], un detalle que puede aportar más información. Sin embargo, dependerá de cómo esté situado el planeta. Es una lotería que hemos estimado en un 2%.

-No pierde la esperanza

-Lo que sucede es que en la actualidad se encuentran en construcción varios telescopios gigantes que podrán resolvernos muchas dudas quizá en unos 10 años.

-¿Qué esperan?

-Con esos instrumentos confiamos en poder determinar si planetas interesantes como Próxima b tienen atmósfera. Hasta podremos tomar imágenes de ellos. Sabemos que hay numerosos planetas extrasolares y que incluso pueden ser habituales los del tamaño terrestre. Lo que no sabemos es si alguno de ellos puede sostener vida.

-¿Y usted qué opina?

-Es una opinión personal, pero sería muy extraño que no hubiera vida en otros planetas. Me sorprendería mucho. Creo que puede ser un proceso universal. De hecho, mucha de la química que hizo posible la vida en la Tierra existe en el medio interestelar. Espero que pronto podamos responder a esa pregunta.

-¿Vida inteligente?

-Esa es una cuestión muy diferente. Habría que ver si esa vida ha prosperado, se ha convertido en una sociedad tecnológica y no se ha extinguido. Si hubiera muchas civilizaciones, igual ya nos habrían encontrado.

-¿Es fácil comunicarse con Próxima Centauri?

-Sí, no es un problema. Podemos enviar señales mañana mismo. Tardarían en llegar unos cuatro años. Si hubiera alguien inteligente y contestara, serían 4 años más. Quizá parece mucho, pero es lo que tenemos más cerca que no sea nuestro Sistema Solar.

-¿Y llegar allí con una nave?

-Con las que tenemos ahora tardaríamos decenas de miles de años. Además, las estrellas se mueven, por lo que es muy probable que cuando hubiera llegado ya no estuviera allí. Hay gente que dice que hay que ir ya, pero no es factible. No tiene sentido. Debemos poder ir más rápido. Confío que en 20 o 30 años las cosas cambien. Quizá con micronaves, como algunos proponen.

-Y usted, ¿tiene previsto regresar a España?

-Aunque me gustaría, no es fácil. La única posibilidad es volver como funcionario y no hay plazas. Me presenté a un contrato Ramón y Cajal, pero al parecer no cumplo los requisitos exigibles. Luego, además, mi mujer también es investigadora. Estamos los dos en Londres. H