La tan ansiada renovación de la SGAE se ha quedado en cambio de régimen. A puerta cerrada, como los cónclaves vaticanos en los que se escoge al nuevo Papa, José Ángel Hevia ha sido proclamado nuevo presidente de la entidad. El gaitero asturiano dirigirá la Sociedad General de Autores y Editores durante los próximos cuatro años gracias a los votos de una mayoría suficiente de autores alineados con las editoriales televisivas que, como él mismo, consuman la expulsión de la entidad del equipo de José Miguel Fernández Sastrón y, también, el fallido regreso de Eduardo Teddy Bautista.

La aplastante victoria del bloque de la rueda, término con el que designan a los autores de editoriales televisivas, ha provocado las primeras reacciones. «Vamos a pasar la información a los socios para solicitar la retirada de nuestros repertorios de SGAE», avanzaba Manuel Recio, Patacho, portavoz de los músicos de las editoriales de discográficas. Secundarán la maniobra «todas las editoriales, no solo las multinacionales» y «un número importante de autores», afirmó. No van a esperar a ver qué hace el Gobierno, que puso como límite el 27 de diciembre para decidir si interviene o no la entidad. «Salvo que haya una intervención clara del ministerio, se convoquen unas elecciones con voto electrónico y se facilite la reconversión de la SGAE en una entidad transparente, adiós muy buenas», sentenció Patacho. La retirada del catálogo se haría efectiva dentro de un año.

REPARTO DE INGRESOS / Esta fecha del 27 de diciembre no es la única espada de Damocles que pende sobre el quinto presidente que tiene la SGAE en solo siete años. Las cuentas del 2017 no han sido aprobadas porque los socios, que entonces sí pudieron ejercer el voto electrónico, las rechazaron en la asamblea de junio. La principal urgencia de la junta es redactar unos estatutos ajustados a los requerimientos del Gobierno. El bloque de socios que no pertenece a las editoriales televisivas jamás votará a favor. Hacen falta dos tercios para aprobarlos y ahora la ley sí obliga a que esas cuentas y estatutos estén aprobados para hacer el reparto.

El reparto semestral de ingresos es uno de los puntos que más indigna a los autores. Primero, porque un 25% de esa cifra se queda en la propia SGAE en concepto de gastos de administración. De ahí, calculó Patacho, «otro 30% lo reciben las televisiones como retorno por los derechos editoriales que generan sus autores y otro 30%, esos mismos autores de las editoriales de la rueda. El resto, que no llega a un 15%, es para los demás autores. De ahí, una parte va para el repertorio internacional, otra va a las editoriales de las discográficas y lo que queda al final es más o menos un 5% a repartir entre los 100.000 socios»

Aún hay una tercera espada de Damocles: el curso del juicio por el caso de la rueda, cuyo auto judicial ya implicaba en el 2017 a Nuria Rodríguez, responsable del departamento editorial del grupo AtresMedia, como principal cerebro de la trama con un gran poder en la SGAE a través de los autores de sus editoriales. Uno de esos sería el hoy presidente. Hevia tiene registradas en SGAE cerca de 180 obras, muchas de las cuales gestiona Música Aparte, editorial de AtresMedia. Hevia también es el dueño de Busindre, otra editorial investigada.

Hevia se presentó a las elecciones del 2015 con Busindre Producciones SL. Solo obtuvo un tercio de los votos necesarios para entrar en la junta desde el colegio de editores. Ahora, lo ha intentado como compositor. En este trienio el equilibrio de poderes se ha decantado tanto hacia las editoriales televisivas gracias al reparto de ingresos favorable a autores de las teles, que no solo entró sobradamente en la junta, sino que ha obtenido la presidencia.

2012, año de despegue / Pero su ascenso a la cúpula de la SGAE se empezó a cocinar antes. En el 2012, Busindre ya se presentó a las elecciones, aunque no en la persona de Hevia, sino en la de Nuria Rodríguez. Tampoco ganó, pero seis años después Rodríguez ha tumbado a Bautista y Sastrón sin poner un pie en la SGAE. Hace 10 años era imposible imaginar que una empresa privada de comunicación como AtresMedia, dueña de La Sexta y Antena 3, pudiese hacerse con las riendas de la entidad.