Había dicho mil veces que no tenía la más mínima intención de retirarse, pero ayer la maquinaria de Solomon Burke dijo basta. Volaba de Los Angeles, donde residía, a Amsterdam, donde mañana iba a dar un concierto, pero al poco de aterrizar su avión en el aeropuerto de Schipol, el inmenso predicador del soul moría, según el organizador de sus conciertos Willem Venema, por causas naturales. Tenía 70 años y tras la desaparición de Otis Redding, Sam Cooke, Marvin Gaye, Joe Tex, Ray Charles, James Brown, Wilson Pickett y tantos y tantos otros, era uno de los últimos supervivientes en activo de la edad de oro del soul.

Hace apenas tres meses el rey Solomon actuó por última vez en España (Barcelona). Fue en la sala Apolo y su sobrepeso (más de 200 kilos) aconsejó instalarle el camerino tras el escenario (y no en el piso superior). Entró y salió de escena en un inmenso trono móvil ayudado por varios miembros de su corte; entre ellos su hija y corista, Candy. Durante el show consultaba en una pantalla las letras de las canciones, el orden del repertorio y cuánto faltaba para acabar. Pero, enfrascado en la sudorosa liturgia soul, a menudo hacía caso omiso del guión y alargaba las canciones o intercalaba otras. Necesitaba muchas ayudas para salir de gira, pero su voz todavía era portentosa y una vez en el trono él era el único jefe. Su obsesión, bien generosa: regalar canciones, amor y flores, muchas flores.

Nacido en Pensilvania en 1940, en una familia religiosa, toda su vida estuvo ligada a la iglesia evangélica. Tanto, que cuando grabó su primer disco y en la compañía querían presentarlo como cantante de rhythm & blues lo rechazó aduciendo que esa palabra era para rockeros y artistas cuyo repertorio contenía insinuaciones sexuales. Y así fue como estrenó un nuevo término: música soul. Desde entonces, cantó gospel, country, blues, rock y hasta house. Nunca gozó del éxito de sus coetáneos, pero un Grammy por el extraordinario Don t´ give up on me (2002) premió su perseverancia.

21 HIJOS El reverendo Burke se levantaba cada día a las cinco y media de la mañana, oficiaba de vez en cuando en su iglesia de California y acogía en su casa a alguno de sus 21 hijos, 70 nietos y 20 bisnietos, mientras seguía con su carrera como leyenda del soul. Este verano ofreció una veintena de conciertos en Europa para presentar el disco Nothing´s impossible , y seguir predicando. En su web aún se lee: "Por favor, seguid rezando conmigo por la paz". Amén.