Rodrigo Sorogoyen necesita unas vacaciones. En menos de tres años ha estrenado dos largometrajes -Que Dios nos perdone (2016) y El reino (2018)- que le han dado varios premios Goya, ha estado a punto de ganar el Oscar gracias a su cortometraje Madre (2017) y ha visitado la Mostra por primera vez con el largometraje que ayer presentó fuera de concurso y del que la aragonesa Isabel Peña es coguionista junto al propio Sorogoyen. «Obviamente no me voy a quejar», asegura él. «Lo que me está pasando demuestra que estoy haciendo las cosas bien. Echo de menos cierta calma y tener la oportunidad de pararme a pensar, aunque cuando se presentan este tipo de rachas hay que aprovecharlas».

Que la película en cuestión se llame igual que aquel corto multipremiado no es casual; utiliza la escueta historia que en él se explicaba como punto de partida para trazar el retrato de una mujer que perdió a su hijo en circunstancias terribles -no se murió, simplemente desapareció-, y que diez años después se ve envuelta en una relación inclasificable con un adolescente que le recuerda poderosamente a él. En palabras de Sorogoyen, «es una historia de amor entre dos personas que se están haciendo bien la una a la otra, pero que sufren la incomprensión tanto de su entorno como, posiblemente, del espectador».

Es decir, un cambio de tercio respecto a las dos películas del director, que lo convirteron en un referente del thriller en España. «No he querido seguir explorando el mismo territorio narrativo, sentí que hacerlo me aburriría. Dirigir merece la pena si resulta divertido, y para mí eso solo es posible si cada película es distinta a la anterior».

El éxito del corto, ganador en los Goya y nominado a los Oscar, entre una ristra de premios y reconocimientos, ha aumentado el interés internacional hacia Sorogoyen y esta película en concreto. «Puede que la nominación al Oscar haya ayudado a estar en un festival internacional como este, también notas que los periodistas extranjeros te conocen, la industria se entera. Los premios son cosas azarosas, pero sin duda es un empujón para una película que tiene vocación internacional».

Sobre la escasa presencia del cine español en la primera línea de los festivales internacionales, cree que eso no significa que no haya películas que lo merezcan: «Pero es cierto que las puntas de lanza del cine español no pasan por su mejor momento».