En un mundo perfecto, solo sucederían cosas justas, y cada cual tendría ni más ni menos que aquello que merece. En un mundo perfecto, y vamos a lo que vamos, las mejores películas tendrían los premios más grandes, y eso significa que Stray Dogs , del taiwanés Tsai Ming Liang, se habría llevado anoche el León de Oro de la 70 edición de la Mostra de Venecia, y que Under the Skin , del británico Jonathan Glazer, habría callado muchas bocas ocupando un puesto de honor en el palmarés. Pero no vivimos en un mundo perfecto.

Lo más frustrante de las decisiones que tomó el jurado presidido por Bernardo Bertolucci es que en su mayoría son acertadas. Solo cometieron un fallo aunque, eso sí, uno gordo, que no llega a echar por tierra la buena impresión ofrecida por el certamen durante estos diez días --la selección de películas a concurso ha sido de las más robustas en los últimos años--, pero casi: conceder el León de Oro al documental Sacro GRA , del italiano Gianfranco Rosi, significa poner a la altura de las nubes una película que no tiene nada particularmente de malo, pero tampoco acredita grandes méritos.

Rodada en los alrededores del Grande Raccordo Anulare, autopista de circunvalación que rodea Roma, la película observa de forma neutral a una colección de personajes razonablemente pintorescos: un par de prostitutas, un geólogo, un dj de reggaeton , el propietario de un palazzo convertido en templo del mal gusto, etcétera. Rosi no se preocupa por justificar qué hacen todos ellos juntos en la misma película, y tampoco trata de sacar grandes conclusiones; solo quiere observar su vida cotidiana. Es decir, nada que no se haya hecho ya mil veces, y mucho mejor, por parte de cineastas como Frederick Wiseman.

EL ADIOS DE TSAI Por eso, la decisión de los jueces tiene todo el aspecto de un golpe de efecto: nunca antes un trabajo de no-ficción había ganado este premio, y hacía 15 años que una película italiana no alzaba el León de Oro --sí, Bertolucci barrió para casa--. Como consecuencia de ello, Tsai tuvo que conformarse con la plata, el Premio Especial del Jurado, a pesar de que Stray Dogs no solo posee belleza y tristeza apabullantes, sino que contiene tres planos finales que merecen ser incluidos entre las más extraordinarias imágenes jamás vistas en cine. El taiwanés ha sugerido que no hará más películas, y con esos planos parece estar diciéndonos: para que sepáis lo que os perdéis.

Como decíamos, nada que objetar al resto de premios. El griego Alexandros Avranas es un adecuado ganador en la categoría de mejor director: en Miss Violence usa con sorprendente habilidad a una familia podrida como símbolo de una sociedad en situación de quiebra moral, cuya pasividad y conformismo explican el ascenso de movimientos como Amanecer Dorado. La estremecedora interpretación que Themis Panou ofrece en el centro de la película justifica su Copa Volpi al mejor actor. Respecto a la mejor actriz, pocas pegas pueden ponerse a la elección de Elena Cotta por Via Castellana Bandiera, por mucho que la favorita de todas las quinielas fuera Judi Dench, protagonista de Philomena . Bertolucci, en cambio, prefirió reconocer la película de Stephen Frears con un premio al mejor guion quizás más motivado por la estupenda --e inmerecida-- acogida que el filme obtuvo que por verdaderos logros.

De hecho, uno podría preguntarse el valor de un festival cuyos asistentes aclaman una película entretenida pero puramente formularia como Philomena y luego abuchean con furia una obra genuina de poesía marciana como Under the skin ; en el que cualquier película que se sale de los límites de la narrativa tradicional es víctima del escarnio y la burla. A Glazer ya le pasó en 2004 con Reencarnación , y ello lo condenó al exilio creativo. En un mundo perfecto, ese ensayo sobre la capacidad humana de empatía, vulnerabilidad y comportamiento rapaz que es Under the skin habría triunfado, y Glazer no tendría que esperar otros nueve años para hacer cine. Pero ya sabemos en qué mundo vivimos.