Con seis películas, el director alemán de origen turco Fatih Atkin ha creado un estilo propio (que recuerda, en más de un aspecto al cine del balcánico Emir Kusturica). El choque cultural, las tradiciones, el conflicto presentes en ambos, lo ha resuelto, sin embargo, Atkin por la vía del drama. Pero en su última película, que hoy (dentro de un maratón junto a ´Nadie sabe nada de gatos persas´ y ´Mal día para pescar´) y el domingo proyecta el COC de Badajoz dentro de un ciclo de cine europeo, cambia el rumbo y rueda una comedia tan eléctrica como sus dos anteriores filmes más conocidos (´Contra la pared´ y ´Al otro lado´). ´Soul kitchen´ insiste en las relaciones de amistad y familiares para contar la historia de un cocinero abandonado por su novia y dueño de un exitoso restaurante en Hamburgo, que lleva precisamente el nombre de la película. El mismo llegó a trabajar en lugares como el que refleja su película, que según Atkin en sus notas para la prensa con motivo del estreno de ´Soulk kitchen´, "habla de comer, beber, pasarlo bien, y del hogar. Quería hacer una película acerca de ´estar en casa´, pero que no se definiera a través de una nacionalidad, fuese turca o alemana; no quería hacer de ´casa´ un lugar geográfico, sino más bien una actitud".