Cien por cien de posesión, la exigencia de Springsteen no da lugar al desmayo. 209 minutos de concierto otra vez memorable, los músicos como un reloj de principio a fin y un público entregado desde hace muchos kilómetros, 30.000 personas que parece que vienen puestas con la gira. El Boss no es precisamente una caja de sorpresas pero de su manga salen ases sin parar.

En Gijón, su única parada española y en el ecuador de su gira europea, se marcó otra eterna conferencia de rock and roll, tan larga en el minutero como corta para los miles de devotos que profesan su credo. Interactivo con el mundo, nadie como él en los guiños a su público: "Buenas noches, Gijón ¿Ya estáis otra vez aquí?".

De pronóstico no reservado, su repertorio fue fiel al 'Wrecking Ball Tour' europeo, tema arriba, tema abajo.

Al margen del propio Springsteen y de la solvencia de la también infatigable E Street Band, los momentazos para esa galería que ya se lo sabe todo pero hace como si fuese nuevo, fueron dos niños y dos muchachas (a una de ellas le puso su guitarra) en el escenario y el particular y exclusivo karaoke que se monta el Jefe, con peticiones en trozos de cartón y trapos blancos.Los musicales, un emocionante y fiel al original 'The river', el 'Because the nigth' con un largo, brillante y nervioso solo del guitarrista Nils Lofgren, y todos los bises, ejecutados como si estuviese empezando de nuevo el concierto.

Días mejores

Incansable, revoltoso, contento y tremendo hasta en la ternura afónica de sus baladas, Springsteen, en un castellano de Nueva Jersey, levantó los poros de El Molinón al recitar un versículo de su ejemplar evangelio: "Corren malos tiempos en América, en España y en Gijón. Tengo la esperanza de que vendrán días mejores".