A sus 74 años, Antoni Ros Marbá (Hospitalet de Llobregat, 1937) mantiene una ilusión juvenil que poco tiene que ver con el físico. "Es una cuestión de espíritu", concede impaciente cuando se le recuerda por tercera vez que parece rejuvenecer en contacto con la juventud.

Atesora conocimiento, sabiduría, es capaz de desentrañar los mecanismos internos de las orquestas, de los sonidos, pero nada en su horizonte resulta previsible. De otro modo, hace tiempo que se habría retirado. Pero no. Ahí sigue, encima del atril, hablando con los músicos de la Orquesta de Extremadura (Oex), a los que dirige en Badajoz (ayer) y en Cáceres (hoy en el Gran Teatro, 20.30) con un programa de música española (Compostela y Fantasía para un gentilhombre ) y alemana (cuarta sinfonía de Brahms).

Ros Marbá es uno de los grandes directores de orquesta de España. Fue el primer director, en los 60, de la Orquesta Sinfónica de Radio Televisión Española. A finales de los 70 fue responsable de la Orquesta Nacional de España y recibió los elogios de Herbert von Karajan que le invitó a dirigir la Filarmónica de Berlín. Actualmente conduce la Real Philarmonia de Galicia.

Esta semana ha vuelto por segunda vez a ponerse enfrente de la Oex después del 2005. "Es una orquesta joven de muy buen nivel. Se puede trabajar de forma directa y el resultado es convincente. Su proyecto cultural es serio, bien orientado. Cuando comenzó se incorporaron profesionales competentes, jóvenes y abiertos, y esto es algo reconfortante". Trabajar de forma directa quiere decir para Ros Marbá que no haya "oposición, impedimentos" entre los músicos, que se disponga de tiempo para los ensayos para "construir algo artístico". Esta construcción es una tarea a la que no renuncia Ros Marbá, que no piensa en su retirada. "Un artista que se sienta bien desarrollando su profesión no piensa en jubilarse. Yo escuché a Pau Casals (el violonchelista) ya mayor, dirigí, cuando era joven, al pianista Arthur Rubinstein, también mayor, y tocaba como nunca". Así pues, el director se siente bien. "No tengo problemas y la experiencia de hoy no la tenía antes". Una experiencia que en un director empieza a dar frutos, según Ros Marbá, a partir de sus primeros veinte años de carrera. "Entran en su conciencia determinados aspectos que tienen que ver con el trabajo, con el conocimiento de las orquestas con las que ha trabajado. Por eso los grandes momentos de las celebridades llegan con el tiempo. Esta es una carrera de fondo".

Más o menos cuando el director catalán había cumplido esas dos décadas como director lo llamó el alemán Herbert von Karajan, uno de los grandes mitos de la dirección orquestal, para actuar con la Filarmónica de Berlín. "Le habían hablado de mí y me invitó. Fue un espaldarazo".

Lo recuerda como una "figura emblemática", que cultivó el star system , al modo de Hollywood. Y en el lado opuesto sitúa al pianista extremeño Esteban Sánchez, niño prodigio que, incapaz de soportar la vida errante de un gran concertista se retiró a Extremadura. "Es uno de esos casos de talento personal antítesis de ese star system que mencionaba. La última vez que lo vi fue en Mérida y estaba encantado de vivir en su tierra y ejercer la docencia". Ambos grabaron un disco con música de Beethoven.

Ros Marbá sí que ha sabido mantener el pulso en la ajetreada vida de los músicos, sorteando a pesar de ello previsibles rutinas. "Hay que tener curiosidad por todas las cosas, estudiar obras nuevas, leer, ser partícipe de lo que te rodea. Si pierdes la inquietud estás a un paso del retiro. He hecho mío un lema del director Eric Kleiber inscrito en una placa en el Teatro Colón de Buenos Aires. Decía que ´la rutina y la improvisación son enemigos mortales del arte´".

Un ejemplo para atajar la rutina quizá sea su labor con Joan Manuel Serrat. "Es amigo mío desde hace años y me pidió que trabajáramos juntos --recuerda--. En ese momento yo no podía y le sugerí que esperáramos hasta las vacaciones". Entonces (1968) grabaron el disco Cançons tradicionals , y extendió su colaboración dos años después a Mediterráneo . "Fue un divertimento", resume el director.

Otra prueba de su espíritu juvenil se halla en sus estrenos de obras contemporáneas, como la ópera Divinas palabras , basada en la obra de Valle Inclán. "Es obligación del músico estar al tanto de lo que se está componiendo y ser selectivo", aun a riesgo de la incomprensión. "Todo el mundo que se expone se arriesga a esto. Las novedades, o algo que rompe, causan el rechazo de cierto público. Pero si uno lo piensa hay tantas obras de referencia hoy que en su momento fueron rechazadas... Por ejemplo, La consagración de la primavera , de Stravinski. Fue algo tremendo. Causó un gran colapso".