Poca gente las conoce. Son un paraje inhóspito, duro, olvidado del mundo. El far west . Son las marismas del Gualquivir, el escenario donde se ubica la nueva película de Alberto Rodríguez, el director que el año pasado nos enseñó en Grupo 7 cómo la policía limpió de quinquis Sevilla de cara a la Expo 92. El cineasta sevillano regresa al thriller . Pero La isla mínima va más allá. También es una road movie , un wéstern y un filme donde "sutilmente" se cuela el ambiente políticamente crispado de 1980.

Ubicada en ese año, narra cómo dos policías de Madrid (Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez) son enviados a Sevilla para investigar la desaparición de dos niñas en las marismas del Guadalquivir, un durísimo poblado donde malviven familias que se ganan la vida como pueden con el cultivo de arroz. Con una sanísima ambición comercial, La isla mínima se peleará con El niño (Daniel Monzón) por ser el thriller español del 2014. Después de llevar sus cámaras a 80 localizaciones (todas en Sevilla), su director acaba de terminar el rodaje. Se estrenará en septiembre y será una cita imprescindible en la agenda del cine español.

El germen de La isla mínima está en las imágenes que el fotógrafo Atín Aya tomó en las marismas del Guadalquivir, la mayor zona de producción de arroz de toda España desde los años 30. Así fue hasta los 80, cuando desapareció todo un modo de vida. Hace años, Alberto Rodríguez visitó una exposición fotográfica de Aya y las caras de esas familias se le grabaron tanto que pensó que ahí había una película. "La más difícil de mi carrera", explica el director de 7 vírgenes y After haciendo hincapié en los mil problemas que han tenido al rodar en un terreno fangoso, con mareas, alejadísimo de todo, con temperaturas extremas y con un ejército de mosquitos (entre otros animales).

La isla mínima está protagonizada por dos actores a los que el público está acostumbrado a ver en papeles secundarios en cine: Javier Gutiérrez (Zipi y zape y el club de la canica , Aguila roja ) y Raúl Arévalo (La gran familia española, Con el culo al aire ). "Son dos agentes que, cada uno por unas causas, están medio retirados y a los que solo les encargan misiones de medio pelo. Uno es un contestatario políticamente. Y el otro tiene un trasfondo muy oscuro", explica el director. Ambos agentes, que no se conocen previamente, son enviados a Sevilla después de que una madre desesperada (Nerea Barros) haya movido cielo y tierra para que unos agentes vengan de Madrid e investiguen la desaparición de sus dos hijas, de 15 años. El padre de las crías es Antonio de la Torre, un maltratador sin piedad.

"Hay menos acción de la que había en Grupo 7 . Aquí domina más la intriga y el suspense. Creo que nos ha salido una película muy entretenida. Como cualquier otro cineasta, lo que quiero es llegar a los espectadores. La isla mínima tiene declarada vocación comercial, aunque también tiene mi sello como autor. En la historia se cuelan, sutilmente, gotas políticas porque el guion refleja cómo la transición no fue tan maravillosa como nos contaron", subraya Rodríguez.

Condiones extremas

Recuperado ya de la fiebre que ha tenido varios días por las condiciones extremas del rodaje, Raúl Arévalo insiste en que el suspense será uno de los puntos fuertes de La isla mínima, además de la potencia visual que supondrá ver en pantalla las marismas del Guadalquivir. Para recordar los paisajes, guarda en su móvil fotos y vídeos realizados durante el rodaje que, efectivamente, hacen justicia a la belleza y a la dureza del paisaje. A la hora de dar claves sobre su personaje, Arévalo lo define en pocas palabras. "Es un tipo que mira a la España de 1980 y ve con ilusión el futuro y tiene ganas de enterrar el pasado. Es un ingenuo", concluye antes de apagar su cigarro e ir con el resto del equipo para hacerse, por fin, la foto del fin de rodaje.