Cuántos desahuciados va a dejar todo esto. Escucho una versión de ‘Si se calla el cantor’, la de Horacio Guarany que popularizara (más) Mercedes Sosa: «Quién habrá de luchar por su salario». La han grabado algunos cantantes, entre los que está Luis Pastor, para reivindicar que la cultura es segura. El viernes pasado estaba en los cines Victoria para ver el corto de Pedro Almodóvar, con Tilda Swinton: éramos cuatro en la sala, casi los mismos que los trabajadores fuera. «Esto no se puede sostener», me dije. Me entró cierto terror: ya hemos tenido suficiente desigual- dad desde 2008.

«Reivindicamos el papel transformador que puede tener la cultura, pero que no se nos olvide que hay muchos compañeros y compañeras que viven de lo que supone un festival: no hablamos de salas enormes de grandes distribuidoras en Extremadura. Estamos hablando de nuestros vecinos», recuerda Pablo Cantero.

Hay festivales que tienen más razón de ser si son en una sala. En Extremadura, sobre todo, hay uno: un festival político, en sentido estricto, que resignifica vidas o que hace que esas vidas puedan vivirse con dignidad. Hay mucho de revolución en pelear con un alcalde que no quiere un festival gay y lésbico en una población pacense y no cede la casa de la cultura, pe- ro otra organización dice: aquí hay un sitio. Aquí podéis proyectar.

El FanCineGay también se hace para que otros vean que se hace.

Ninguno llega tan lejos. Ninguno de los festivales que se programan en la región ha crecido tanto. Quizá porque quienes lo realizan, los miembros de la Fundación Triángulo Extremadura, con Pablo Cantero a la cabeza, saben cuán necesario es lo pequeño.

Una obra de arte no deja nada al azar (salvo que sea en vivo, que para todo hay matices). Una programación de un festival tampoco. En pleno debate sobre la pertinencia o no de aprobar una Ley Trans que sustituya a la patologizadora norma de 2007, el FanCineGay ha programado más actividades con sello trans que nunca.

¿Se imaginan decir, tranquila- mente, en un medio de comunicación, en una barra de bar, en cualquier tribuna, en 2020: «Por supuesto que hay que debatir sobre los negros»?

¿No será mejor preguntarnos? Preguntarnos qué es el deseo, como se aprenden los deseos. Cómo enamorarte de alguien y desenamorarte después o plantearte el amor cuando descubres que es trans, como ocurre en la película ‘Port Authority’, de Danielle Lessvitz. De qué manera la genitalidad nos conforma o no nos conforma, cómo se construyen los gustos en sociedad: los sexuales también.

Marcelo Barbosa y Aude Chevalier Beaumel dirigen, con guión suyo y de Michele Frantz, el documental ‘Indianara’, sobre la lucha de las comunidades trans en Brasil, una nación con un largo historial de resistencias (los sin tierra, por ejemplo las comunidades indígenas), porque existen periferias en los márgenes.

Existen periferias en los márgenes.

Indianara Sequeira mostró su pecho desnudo en la Marcha de las Putas de 2013. Es un delito de ultraje, penado con multa y un máximo de un año de cárcel. Si la justicia la leía como hombre, que era lo que la sociedad hacía, no la podía condenar. Pero ¿por qué un hombre puede mostrar el pecho y la mujer no? ¿Quién decide que el pecho de una mujer es ultrajante? Y, si la administración niega que Indianara sea una mujer, porque no le permite el cambio de nombre en los documentos... ¿cómo condenarla sin caer en una contradicción? «Tendrían que detener también a todos los hombres que van por la playa con el pecho desnudo. Lo hice, y esa acción se convirtió en protesta: mi pecho, mi bandera, mi derecho», le contó a la periodista Rosa Jiménez.

He buscado su historia y sus entrevistas. No la conocía. Posible- mente muchos de ustedes tampoco. El cine vale para esto: para poner las periferias en el centro. Se va a hablar de infancias trans también en el FanCineGay: qué importante es esto. Qué importante es escuchar a les niñes, creer a les niñes.

Nadie sabe mejor que une lo que une es.

«Nuestra historia estaba desapareciendo tan deprisa como la estábamos creando». Con esta certeza, Deborah Edel y Joan Nestle fundaron los Lesbian Herstory Archives, la colección sobre materiales y entorno de lesbianas más grande del mundo. Durante más de 40 años, esta organización se ha dedicado a prevenir que su historia acabara, literalmente, en la papelera.

‘The Archivettes’ explora esta historia y es, para Pablo Cantero, ‘la niña mimada’ de este FanCineGay. Esa y ‘Que se haga la luz’, de Marko Skop, eslovaca, con un chaval albañil de 40 años que se desloma para dar de comer a su familia y que habla también del ascenso de la ultraderecha en Europa y en España. O un documental sobre las violaciones correctivas en Kenia, hecho por una española. Hay muchas películas, once. Muchos cortos. Y, sobre todo, sedes: muchos lugares donde estas historias se van a ver.

La periferia tiene muchos matices. Hay precariedades, amores, deseos, amigos, banderas, activismos, derechos. Y cine.

También, menos mal, aunque sea un año raro, aunque sea un 2020 horrible, sigue habiendo cine.