-¿De dónde surge la idea de Nunca fuimos héroes?

-Surge porque hace algunos años yo trabajé en el ministerio del Interior y tuve la ocasión de conocer ahí a muchos policías y guardias civiles. La verdad es que me quedó siempre ese sentimiento de admiración hacia ellos. El origen yo creo que está en un sentimiento de admiración y en la sensación de que no se conocía lo suficiente la labor y el trabajo que habían hecho todas esas personas, con lo cual a lo largo de los años hubo un momento en el que decidí escribir un ensayo con otro compañero sobre la historia de la lucha policial contra el terrorismo. En el año 2001 al final no lo publicamos porque algunas de las personas que colaboraron nos pidieron que mantuviéramos la confidencialidad, pues era un momento todavía diferente al de hoy en día. Ya posteriormente apareció este proyecto de escribir una novela y recuperé un poco algunas de las historias del otro trabajo, algunas de las anécdotas que había ahí las incorporé, así cierro una deuda pendiente conmigo mismo que tiene ya muchos años.

-¿Es pues un homenaje a los policías que se enfrentaban al terrorismo armado?

- Si, de alguna manera es una novela policiaca, después es un recorrido vital de una serie de personajes a lo largo de la lucha policial contra el terrorismo y de alguna manera sirve también para poner en valor y rendir homenaje a generaciones de policías y guardias civiles que dedicaron su vida a protegernos y a salvarnos a todos de la amenaza terrorista, y que a lo mejor no han estado lo suficientemente reconocidos. Yo he elegido el camino de la novela para dar un poco de protagonismo a este tipo de personas.

-¿Cuál ha sido el principal reto a la hora de abordar esta novela?

-Para mí las dos grandes complicaciones han sido primero superar el pudor creativo que te da el tratar un tema como el terrorismo vasco, porque todavía es muy cercano y parece que cuesta romper las barreras mentales para lanzarte a ello, fue la sensación que me dio. Tuve que romper algún prejuicio interno para escribir sobre estos temas. El segundo gran reto fue la dificultad de combinar ingredientes que son de ficción con elementos reales y que todo acabe formando una trama en la que no sea distinguible la parte real de la ficticia.

-¿Cómo se rompen prejuicios con un tema tan complicado y reciente?

-Tienes que lanzarte a ello. Para empezar se van rompiendo algunas barreras y ya estamos viendo cómo este tema ya aparece en novelas, ensayos, documentales, que quizá hace unos años no habría sido imaginable y eso genera una forma de afrontarlo. Y a título personal sintiéndote muy seguro de lo que ibas a escribir, de que no ibas a faltar a la confidencialidad requerida, ni al respeto a las personas que se han dedicado a estas cuestiones o a las víctimas. Una vez que te sientes seguro sobre lo que vas a hacer, todas esas limitaciones morales que podrías tener desaparecen, ya eres capaz de afrontar la historia y empezar a trabajar como se trabaja en cualquier novela, con las dificultades que entraña eso.

-¿Qué es posible encontrar a lo largo del libro?

-Yo quiero pensar que son dos libros en uno: la novela policíaca y la novela histórica de retrato íntimo de un personaje. Por una parte es una historia policiaca, es la historia de un comisario de policía que se retiró sin conseguir atrapar al jefe de la banda terrorista que siempre quiso detener. Este jefe terrorista lleva varias décadas viviendo en Colombia y de pronto reaparece en España, y la clave de la investigación policial que inicia este comisario es para saber por qué ha vuelto, si ha vuelto para cometer algún crimen o para qué. Ese es digamos el elemento de intriga que tiene la historia, y al hilo de esa intriga este comisario de policía también va reconstruyendo lo que fueron los años que dedicó a la lucha contra el terrorismo. Va recorriendo ese viaje vital y emocional junto con un amplio grupo de compañeros hasta nuestros días.

- ¿Qué temas atraviesa?

-Yo creo que en ese análisis sentimental del personaje acabas tocando otras cuestiones. Todo lo que son las relaciones personales, la lealtad por una causa, la fe en las tareas que lleva a cabo, las relaciones amorosas, las relaciones de amistad, hasta dónde debe llegar la lealtad a las personas. Tratas un poco de lo que es el espíritu humano por así decirlo, en este caso de un personaje extremo que vive en una situación extrema como es la lucha contra el terrorismo, pero son sentimientos que de una u otra manera tenemos todas las personas.

-¿Cómo describiría al personaje de Gabo?

-Es un policía que pasa por todas las fases que uno pueda imaginar respecto a la tarea a la que se enfrenta. Pasa de ser un joven policía recién salido de la escuela, que considera que va a salvar el mundo él solo, a un proceso de madurez. Va teniendo sus éxitos pero también sus fracasos, sus conflictos personales y amorosos, sus desencantos, hasta llegar a un punto en que después de muchos años dedicado a una tarea que no ha conseguido concluir se retira con un cierto desencanto al final. Por eso cuando aparece la posibilidad tiempo después de atrapar a este terrorista, la investigación policial para Gabo tiene un cierto elemento de redención, de justificación de toda su existencia el tener esa última oportunidad.

-¿Y Harri?

-Es un jefe de la banda terrorista, con una característica fundamental: según asciende en la organización acaba siendo el que decide a quién hay que matar, es el malo entre los malos porque señala quién vive y quién muere. Otro elemento que paradójicamente lo hace aún más cruel es el hecho de que él decide, pero no ejecuta los crímenes, y de alguna manera hay casi más crueldad en ser el que señala pero no ser el pistolero. Y creo que hay un plus añadido de crueldad. En ese sentido, es un hombre que no está arrepentido de lo que ha hecho, que sabe que ha perdido la batalla pero que no ha renunciado a los principios que lo llevaron a convertirse en un terrorista.

-¿Cómo describiría la relación entre ambos?

- La investigación la lleva a cabo básicamente el policía retirado estableciendo una relación con el terrorista, una falsa amistad. La única forma que tiene Gabo de saber para qué ha vuelto es entrar en contacto con él e intentar obtener información, con lo cual la experiencia para el comisario resulta especialmente perturbadora, porque tiene que fingir ser amigo probablemente de la persona a la que más odie en el mundo, a la que siempre quiso capturar, y aparentemente se está convirtiendo en amigo de él.

-¿Se ha escrito lo suficiente sobre el conflicto vasco?

-Yo creo que es complejo escribir una realidad cercana en la memoria de todos. La mayoría de lectores de esta novela tiene su visión y sus recuerdos sobre lo que estás contando. Eso te genera una responsabilidad especial, yo siempre digo que si escribo algo que trascurre en el siglo XII probablemente sea la persona que más sepa. Si escribes una novela sobre terrorismo vasco sabes lo mismo que muchas otras personas, eso te da más sensación de vulnerabilidad como autor.