El cineasta y cómico Terry Gilliam estrena este fin de semana en España Tideland , una de sus películas más personales y minoritarias en la que plasma en clave de fábula su visión del mundo infantil, que considera, "junto al de los locos, el único capaz de ver la realidad con los ojos abiertos".

Tideland , interpretada por Jodelle Ferland y Jeff Bidges, llega a las salas comerciales un año y nueve meses después de ser recibida en el Festival de Cine de San Sebastián con deserciones por parte de los periodistas y de recoger en el mismo certamen, pese a ello, el premio Fipresci que otorga la crítica internacional.

"Hay mucha gente estúpida en el mundo y esta película no es para ellos", volvió a decir su director, Terry Gilliam, al presentar la cinta ayer en Madrid, y añadió en tono irónico que se trata de un film que, "como los buenos vinos, ha mejorado en el barril este tiempo, que era el que necesitaba el público para crecer y saber apreciarlo".

El film, que el antiguo miembro del célebre grupo cómico británico Monty Python rodó en el mismo año que El secreto de los hermanos Grimm , se basa en la novela homónima de Mitch Cullin y muestra "cómo una niña reinterpreta una realidad marcada por las situaciones difíciles" y vence su soledad creando un mundo imaginario que la proteja de la drogadicción y el maltrato a que la someten sus padres.

SEIS SEMANAS Con un personaje principal tan complejo, lo más difícil fue encontrar a la actriz infantil capaz de superar el reto de "no salir nunca de plano" y recitar monólogos de más de veinte minutos. Así, "cuando faltaban seis semanas para iniciar el rodaje", todavía no habían dado con Jodelle Ferland, la intérprete de nueve años que finalmente se hizo con el papel.

El director de Doce monos se deshizo en elogios hacia la joven intérprete, a la que calificó como "el miembro de mayor edad mental de todo el rodaje" y que contó en todo momento con la presencia de su madre para reducir el impacto de algunas secuencias, como una en la que le prepara a su padre en el film --interpretado por Jeff Bridges-- una dosis de heroína.

"La infancia ha sido romantizada y sentimentalizada por las películas", dijo Gilliam, "pero los niños sufren la proyección de los miedos adultos de sus padres".