Si Terry Gilliam era el miembro estadounidense de los Monty Python, Terry Jones era el galés del grupo. Las discusiones eran encendidas cuando se reunían para confeccionar un gag de su famoso programa televisivo, Monty Phyton’s Flying Circus, o para debatir sobre algunas de las películas que estaban a punto de realizar. Pero aún había más. Jones y Michael Palin habían estudiado en Oxford, mientras que Eric Idle, Graham Chapman y John Cleese lo hicieron en Cambridge. Los cinco, más Gilliam, se entendieron bien, pero ser de las universidades de Oxford o de Cambridge marca una rivalidad eterna. Nunca la escondieron, pero de la pugna surgió su sentido de la comicidad.

Terry Jones nos ha dejado a la edad de 77 años «tras una larga batalla contra la demencia», informó ayer su familia, que recordó que «su trabajo vivirá para siempre». Graham Champan falleció prematuramente en 1989. Los otros cuatro integrantes de Monty Python siguen vivos y activos, especialmente el fantasioso Gilliam, siempre en pugna con la industria, los productores y el mundo entero. A Jones lo recordaremos por sus personajes caricaturescos, especialmente sus interpretaciones travestido de mujer: fue la madre de Brian en La vida de Brian (1979), el gran éxito cinematográfico del colectivo, una parodia de la vida de Jesucristo y los textos bíblicos.

Se había formado en el departamento de guiones coordinado por Marty Feldman para el programa The Frost report, a mediados de la década de 1960. Algo se le debió de impregnar del humor de quien después interpretaría a un inenarrable Igor con la joroba cambiante en El jovencito Frankenstein.

Aunque menos imaginativo que Gilliam cuando se pasaba al otro lado de la cámara, Jones fue el director de las películas más conocidas de Monty Python, de comicidad a veces tan gruesa, en otras ocasiones tan anárquica. Jones realizó a medias con Gilliam Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores (1975), en solitario La vida de Brian y de nuevo con Gilliam la última película del grupo, El sentido de la vida (1983), un conjunto de capítulos sueltos donde el absurdo y la escatología se dieron la mano: Jones se reservó el papel del orondo burgués que explota literalmente en un restaurante tras ingerir más comida de la que nadie puede aguantar.

Palin era el más comedido y el que limaba diferencias entre todos. Gilliam siempre fue a lo suyo y le interesaba especialmente la animación. Chapman, para muchos el auténtico ideólogo, desapareció demasiado pronto. Cleese ya tenía más bagaje e ínfulas de estrella. Idle fue siempre un espléndido comparsa, el que no parece que está pero se nota cuando realmente no está. Jones fue algo así como un organizador, quien tenía los criterios más claros cuando tocaba escribir y dirigir películas.

Con el grupo le fue bien, muy bien. De la mano de la productora del beatle George Harrison, consiguieron éxitos importantes de público y crítica. Cuando los Python se disolvieron, dejando a la comedia británica más surreal, absurda y vitriólica huérfana de todo legado, Jones lo intentó en solitario con resultados discretos. Pocos rasgos de la comicidad tan políticamente incorrecta de su visión del ciclo artúrico o la vida del Mesías volvieron a aparecer en sus trabajos. De hecho, con la excepción de la filmografía desbordante de Gilliam y de algunos cometidos de Cleese -en Un pez llamado Wanda, por ejemplo-, ninguno de los integrantes de Monty Python ha hecho cosas realmente memorables una vez escindido el grupo.

TRABAJOS EN SOLITARIO / Jones dirigió una comedia sobre la prostitución, Servicios muy personales (1987), y una curiosa pero decepcionante mezcla de comedia, aventuras y fantasía con los vikingos como tema, Eric el vikingo (1989), protagonizada por él mismo, Tim Robbins y Mickey Rooney (reparto delirante donde los haya). En 1996 dirigió y escribió una versión en clave slapstick de Viento en los sauces, en la que interpretó al sapo; reunió para la ocasión a Cleese, Idle y Palin. Tras rodar varios documentales históricos para televisión, su último filme en el terreno de la ficción fue Absolutamente todo (2015), una comedia de ciencia ficción protagonizada por Simon Pegg.