La obra del artista alemán Wolf Vostell inspira Con quien vengo, vengo , de Calderón de la Barca, que la compañía extremeña Tetrápolis presenta hoy en el Festival de Teatro Clásico de Cáceres (plaza de las Veletas, 23.00 horas). Con una estética punk, este montaje es el único estreno del festival tras la cancelación de La discreta enamorada .

El director del Centro Dramático, de la Música y Audiovisuales Marce Solís defendió ayer este estreno como ejemplo de la aportación de un festival, "que debe arriesgar. Cuando se vea este montaje, a algunos les parecerá atrevido; pero un festival tiene que dar siempre algo diferente, raro".

COMEDIA DE CAPA Y ESPADA El texto de Calderón de la Barca es poco conocido. Según José Antonio Raynaud, director de Con quien vengo, vengo , la última representación de la que se tiene noticia fue en los años 80 del pasado siglo. Comedia "de capa y espada", en ella, señala Raynaud, el dramaturgo se burla de algunos de los asuntos que caracterizan su teatro de mayor alcance: el honor, los ideales, frente a los cuales coloca a personajes histriónicos, para los que el honor son una serie de reglas que encorsetan y el amor no se sustenta "en nada serio".

La trama de Con quien vengo, vengo (1635) se desarrolla a partir de las relaciones amorosas entre dos mujeres y dos hombres, que darán lugar a equívocos propios del "vodevil", según Raynaud.

¿Y Vostell? ¿Cómo llega este artista a un montaje de estas características? Por la proximidad del grupo al lugar donde se muestra el legado de este creador en Malpartida de Cáceres. Allí se fundó Tetrápolis y cuando afrontó este montaje vieron la posibilidad de una colaboración con el Museo Vostell Malpartida.

La compañía extremeña ha creado una estructura metálica montada mediante un juego de escaleras y rampas que ofrecen los dos espacios de la obra: el mundo establecido donde se desenvuelven los personajes durante el día (los elementos de Vostell son puertas de coches, platos de loza, aperos de labranza) y el de la noche, el de la intimidad (para lo que recurre a la simbología sexual de la obra de Vostell). Al final, la escenografía se desmembra y surge el escenario de Los Barruecos, el paisaje de Malpartida que inspiró a Vostell. La música de Nakla, el vestuario de Eduardo Acedo y la declamación del verso con acento extremeño, completan la visión "de ruptura" del montaje.