En solo nueve horas se agotaron ayer las entradas para el recital de The Police del 27 de septiembre en el estadio Olímpic de Montjuïc. Las 50.000 localidades disponibles (el aforo es de 55.000) se pusieron a la venta a las seis de la mañana y se acabaron a las tres del mediodía. El ritmo fue de dos tíquets por segundo en los momentos punta, de ocho a nueve, hora en la que Servicaixa ya había colocado la mitad. El 60% fueron adquiridas por internet, y un 40% de los compradores fueron mujeres, con una media de 36 años.

El precio de las localidades más caras, 167 euros, no supuso ningún obstáculo: se vendieron las primeras. Y un dato más: el servidor atendió a usuarios conectados fuera de España. La esperada reunificación del trío británico supone su vuelta a los escenarios tras 23 años de espera. Y su único recital en la Península, una cita ineludible para los muchos fans que durante décadas soñaban con este regreso.

La reaparición de The Police hace sospechar que atrás quedan el hastío y las rencillas que acabaron con uno de los conjuntos más carismáticos y vendedores de los años 80. Y que los tres cierran ¿temporalmente el paréntesis que abrieron en sus carreras en 1985 con sus respectivas aventuras individuales.

Copeland (54 años) se reconvirtió en compositor de bandas sonoras --trabajó para Oliver Stone y Francis Ford Coppola--, formó grupos experimentales y en el 2002 se enroló como batería de los resucitados The Doors, aunque una lesión le impidió rematar la faena. El guitarrista Andy Summers (64 años) hizo sus pinitos compositivos en el cine, y publicó varios discos, aliándose con artistas como Victor Biglioni y Robert Fripp.

Mientras tanto, la historia de Sting (55 años) es mucho más conocida. Se atrevió también con la gran pantalla, pero como actor (debutó con Quadrophenia). Y prosiguió en la música con discos como The dream of the blue turtles, el primero solo.