En ‘La primera guerra de Hitler’ (2012) ya probó que el ‘führer’ no fue un aguerrido soldado en la primera guerra mundial, como este aseguraba en ‘Mi lucha’, sino un recluta del montón y un “cerdo de la retaguardia”, que evitaba los peligros de primera línea del frente como correo. Ahora, en ‘De Adolf a Hitler’ (Taurus), el historiador alemán Thomas Weber (Hagen, 1974), doctorado en Oxford y profesor en Escocia, que colaboró en la biografía del ‘führer’ de Ian Kershaw, analiza pormenorizadamente su vida entre 1918 y 1926 para establecer el momento exacto en que el líder nazi se radicalizó y pasó de ser un “un tipo raro y solitario de ideas poíticas volubles” a un “líder carismático y demagogo y un político intrigante con ideas nacionalsocialistas y firmes convicciones extremistas y antisemitas”.

¿Quién fue Adolf antes de ser Hitler?

En el fondo es la misma persona. No sabía cómo moverse a nivel social y debía tener algo de frustración personal porque era narcisista. Pero durante la primera guerra mundial se sintió apreciado por sus oficiales superiores. Cuando se radicaliza y politiza sigue buscando ese beneplácito en quienes lo rodean. Antes de ser Hitler ya tenía intereses políticos, era un austriaco pangermánico que creía que todos los alemanes debían vivir bajo el mismo techo. Por ello se oponía a todo tipo de internacionalismo.

Dice que el momento clave de su metamorfosis fue en 1919, con la firma del Tratado de Versalles. ¿Qué desencadenó en él?

Sufrió una doble metamorfosis. La social ocurrió en primavera, cuando se presentó para comandar su unidad militar y lo eligieron y pasó de ser alguien que no encajaba bien socialmente a tener responsabilidad, control y mando sobre personas. La transformación política empezó, creo, hacia julio, cuando en un ambiente posrevolucionario se da cuenta con retraso de que Alemania ha perdido la guerra. Eso desencadena su radicalización.

Su primera obsesión fue erigir una Alemania indestructible.

Sí. Ya en una carta de 1915 expresaba la esperanza de que de la guerra saldría una Alemania mejor. E intenta adivinar qué necesita Alemania para ser más fuerte y porqué no ha ganado. Piensa en cómo refundar Alemania para se mantenga a salvo en el tiempo y sobreviva en un mundo cambiante. Y ahí empezamos a ver un Hitler que busca respuestas. No es un Hitler nihilista que da voz al odio que siente, como se ha dicho, sino alguien que se devana los sesos para entender las cosas.

Antes de 1919 aún no da muestras de antisemistismo y había ayudado a judíos. ¿Cómo pasó a pensar en exterminarlos? ¿Porque creía que el "capitalismo judío debilitaba a Alemania"?

Intenta comprender por qué Alemania no es fuerte porque es una sociedad fragmentada y no es tan productiva como debe. Le interesa la influencia perniciosa de las ideas judías, no tanto los cuerpos judíos. Se centra en la economía y eso le lleva ser radical con el antisemitismo, porque ha puesto cara al por qué Alemania es débil internamente. Por eso piensa que matar a unos cuantos judíos no solucionaría los problemas y que la forma de salvarla es barrer las ideas judías de la forma más sistemática posible.

"La crisis entre Catalunya y España tiene similitudes con la crisis bávara, de la que florecieron partidos como el nazi"

Cuenta que ya en 1923 un periodista catalán entrevistó a Hitler y este le dijo que “la mejor opción sería matarlos a todos (los judíos) de la noche a la mañana”.

Es fascinante porque dice que matarlos a todos es su solución principal pero como la ve imposible plantea una segunda solución, que es la expulsión. Y se refiere a la expulsión de los judíos de España en 1492, porque solía recurrir a analogías históricas para dar soluciones. Luego hallé dos declaraciones similares de un año antes.

¿Cuándo empezó Hitler a creerse el “genio que el pueblo alemán necesita”?

Creo que hacia 1921. Siguió un curso de propaganda en el ejército y descubrió su capacidad de liderazgo y oratoria. Ver que obtenía la respuesta que esperaba en el público que le escuchaba fortaleció su autoconfianza y le permitió erigirse en un líder político respetado. Vio que podía ser aceptado como tal. Y cuando se convierte en líder el partido nazi, lo hace con “poderes dictatoriales”.

¿Del genio al mesías, y del mesías al monstruo?

Autoerigirse en mesías le da pie a convertirse en un monstruo que puede poner en marcha la filosofía del todo o nada, que en política tuvo consecuencias monstruosas. Pero creo que él no se veía como un monstruo sino como alguien que hacía el bien para Alemania y para la civilización. Creía que solo sobrevivirían si se tomaba en serio que no existe la naturaleza humana.

Era incapaz de mantener relaciones sociales normales, incluso con sus hermanos y hermanastros, que tras la guerra creían que había muerto. Solo mantuvo contacto con una por su relación enfermiza con su sobrinastra Geli (que se suicidaría). Y solo se reunió una vez con todos ellos, en 1927. Y fue para advertirles de que no explotaran el hecho de apellidarse Hitler.

Dice en el libro que es imposible predecir si alguien será la reencarnación de Hitler o Franco. ¿Cómo frenar hoy a demagogos como Trump?

El estilo de los demagogos y populistas es tristememente similar. Usan el mismo idioma, recurren a las mismas frustraciones de la sociedad, hacen el mismo tipo de promesas y se presentan de tal forma que quienes les escuchan creen que les hablan directamente a ellos. Es lo que hace Trump. Los demagogos buscan soluciones radicales propias que van un paso más allá y hacen que la gente que los escucha las desee. Solemos darnos cuenta demasiado tarde que estamos ante un Hitler o un Franco, solo cuando lo que vemos delante nos da mucho miedo.

¿No hay forma de prevenirlo?

Esto debería espolearnos para velar por el tejido de la democracia liberal, para evitar que se den condiciones que hagan florecer la demagogia. Hay que hacer lo posible para revertir esa tendencia de convertir a los adversarios políticos en enemigos políticos. Eso es lo que está pasando en Europa y el mundo occidental.

¿Se refiere a la crisis por la independencia de Catalunya?

Es preocupante lo que ocurre con Catalunya, más que cualquier otra cosa que tenga que ver con el auge de la demagogia en Europa occidental. La crisis entre Catalunya y España tiene similitudes notables con la crisis política de Baviera tras la primera guerra mundial, que se combinó con la crisis económica. Allí, en 1919, no importaba tanto el bolchevismo o la revolución como la autonomía bávara y si eran capaces de gestionar su futuro. Había una minoría fuerte que quería la independencia de la noche a la mañana. Otro grupo que quería más autonomía pero dentro de la confederación alemana. Y los que se oponían al separatismo bávaro.

"Hitler no fue un nihilista que diera voz al odio que sentía"

Y en ese caldo surgió el partido nazi.

Sí. Eran 100 personas y se convirtió en un partido serio. El Gobierno de Berlín no aceptaba dar más autonomía a los bávaros ni se los tomaba en serio. Y la gente buscó otras soluciones y se creó un contexto para que los nazis y otros partidos de derechas florecieran. Eso demuestra qué puede pasar cuando no se gestionan bien las crisis políticas y se convierte en enemigos a adversarios políticos.

¿Alguna opinión de cómo gestionar la crisis catalana?

No entro a decir si tienen razón los nacionalistas catalanes o los españoles. Pero creo que ambos deberían pensar mucho en cómo se les fue de las manos la crisis bávara en un momento de crisis de globalización y cómo resultó autodestructiva para todos.