Tiendas de campaña en las vías del tren. Ropas desparramadas en los árboles. Los fibers más veteranos se remontan a 1997, cuando el famoso diluvio, para rememorar una edición así de accidentada. No ha sido lo mismo, pero "dios mío". Rachas de viento de hasta 75 kilómetros a la hora obligaron el viernes a suspender la programación. La organización invitó a las 0.45 horas a abandonar la zona por peligro (real) a que las carpas volaran. El enjambre de viandantes fue caótico (al igual que la cola de coches en la N-340, donde los bomberos aún apagaban un incendio en la zona). Y los campistas se toparon con un paisaje casi devastado por el vendaval.

Segun un responsable de seguridad del CampFIB, muchos mostraron "auténtico temor" por lo impactante de la situación. "Yo soy de aquí. Sabía que este viento sería fuerte. Daba pena ver a los chicos asustados de madrugada, aunque solo hubo un herido, con un golpe en la cara de una viga".

Los madrileños Juan y Oscar vieron cómo volaban tiendas de campaña enteras. "La mayoría de los guiris no saben instalarlas. Apenas las fijan. Llegan, las colocan de cualquier manera, y se van corriendo a la playa". Muchos optaron por dormir en el coche. Y otros fueron trasladados al polideportivo municipal de Benicàssim y al Colegio de Santa Agueda, ante el riesgo de que una torreta eléctrica se pudiera derrumbar, según informó la policía local. Qué duro es ser fiber .