En 1999 convirtió a la escritora inglesa Virginia Woolf en el centro de Las horas y logró el Pulitzer y el Pen/Faulkner. Tres años después el cine consolidó ese éxito con un Oscar para Nicole Kidman. Ahora Michael Cunningham publica Cuando cae la noche (Lumen), donde la vida rutinaria de una pareja se ve sacudida por la llegada de Dizzy, el joven, guapo, adicto y autodestructivo hermano de ella.

--Peter, el protagonista, está en la crisis de los 40 y tantos.--Yo ya no soy joven y me pareció que era el momento oportuno de hablar de alguien de mi edad. Se trata de explicar de forma inteligente y divertida historias que conocemos, en este caso la crisis de la mediana edad.

--¿Puede un matrimonio tras 22 años casados conocerse tan poco?--Sí. Cuando convives tanto tiempo con alguien, yo llevo casado 25 años ya, puedes encontrarte sorpresas y ver que tu pareja te parece profundamente familiar y a la vez extraña.

--Peter, el marido, está obsesionado con la belleza, del arte y de Dizzy.--Es un buscador de la belleza, de lo profundo, lo trascendente, y cae en esa crisis en parte porque ve que vender arte, que le había parecido la mejor vida posible, no funciona como creía y conoce a gente a la que el arte solo le interesa para invertir. Se ha cansado de que el arte sea un negocio. Me gusta el arte, tengo amigos marchantes y artistas y sé lo suficiente de ese mundo como para ver que a su lado Hollywood es un cuento de hadas. En un país como Estados Unidos, con su cultura del consumismo, me interesa ver cómo arte y comercio colisionan.

--Sin embargo, en el libro dice que el arte puede convertir a gente vulgar, como la puta de Manet, en dioses.--A veces es así. Pero ahora tiran arena en el suelo y dicen que eso es arte. Monet y Olympia ya no están de moda y es una lástima. Es un periodo triste. No soy tan conservador, no creo que debamos volver al paisajismo pero en los 50 y 60 hubo una especie de decisión colectiva sobre que la belleza era kitsch y sentimental y que el arte, creado en un mundo cada vez más contaminado y feo debía ser feo. Es una idea interesante pero creo que no acaba de funcionar.