Millán Salcedo vive entre atacado y patidifuso. Estos días representa en el teatro de La Latina de Madrid De verden cuando --un monólogo de hora y media en clave Martes y Trece que despacha él solito a pecho descubierto--, y con esta excusa han empezado a llamarle de las teles, las radios y los diario de todo el país para ponerle el micrófono. No da abasto, pero no le sorprende tanto el interés por su figura, como el afán que detecta por sumirle en polémicas que no van con él. El ídolo televisivo de ayer no se reconoce en el ambiente mediático de hoy. Lo lleva con humor, pero se le nota incómodo.

--¿No le tratan bien?

--No es eso. Simplemente es que hoy lo único que vende es criticar, y yo no quiero entrar en ese juego. No entiendo la obsesión que tienen algunos por enfrentarme con Josema Yuste, cuando está claro que Martes y Trece no va a volver jamás. Lo nuestro se rompió, y fuimos honestos al decirlo y separarnos. Si yo estuviera en este trabajo solo por los cuartos, habría seguido con él, pero no es el caso. Sin embargo, continuamente escucho comentarios que pretenden provocarme.

--¿A qué cree que se debe?

--A lo tóxico que está el ambiente. Solo vende el periodismo carnaza y la tele carnaza. Todo es critiqueo, crispación y crisis, las tres cris, qué hartura. Vivimos alarmados, pero es por tanto alarmismo. Y culpo de esto, principalmente, a la televisión. Se dedica a verter mal gusto. Ojalá viniera un héroe y le diera un jeringazo de buen gusto a la tele, que buena falta le hace.

--Usted nació en la tele, pero en la de hace 30 años.

--No me gusta lo de "cualquier tiempo pasado fue mejor". Pero es evidente que ahora mismo las cosas no marchan bien, pero nosotros las ponemos peor con tanto remarcar lo chungo. Hay mucha gente intentando hacer bien su trabajo, pero de eso no se habla. Y le pongo el ejemplo del humor. Hay ciudades, como Madrid, que están cuajadas de ofertas teatrales de humor, pero no se habla de ellas, solo existe la crisis, el mal rollo y la cuesta de enero. ¡Señores, que vivimos en un país predispuesto por naturaleza a la gracia y la risa!

--Hombre, la crisis está ahí.

--Ya lo creo, y también están los que se están enriqueciendo a costa de ella. Se me ha quedado clavada una frase que oí el otro día en El Capital, la película de Costa Gavras: "En tiempos de crisis es cuando mayores fortunas se amasan". Doy fe de que es así. Con la excusa de los recortes te obligan a trabajar poniendo dinero mientras otros se lo llevan crudo. ¿Pues sabes que te digo? Que llames a tu prima. ¡Qué buena aquella frase del 15-M "No hay pan para tanto chorizo"! Creo que resume perfectamente estos tiempos.

--¿Cuesta más hacer reír en esta situación?

--Yo no lo noto. El público que viene a verme se ríe igual que hace 25 años, percibo las mismas vibraciones que entonces. Por mucha crisis que haya, la gente quiere reírse, no es cierto que sea más difícil conseguir la carcajada ahora que antes. Lo difícil es sobrevivir en este oficio, sobre todo después de esa ley tan espantosa que se ha sacado el ministro Wert, que hay que wert con el ministro... ¿Cómo se puede subir un impuesto del 8 al 21%? Soy productor, aparte de cómico, y me considero un superviviente.

--Según el CIS, la gente cree que los políticos son el cuarto mayor problema del país. ¿Qué opina usted?

--Personalmente, a mí no me gustan los políticos. Me parecen vedetes pavoneándose en sus estrados, encantados de hablar y de oírse. Llenan demasiado espacio en nuestras vidas. Llevé mi espectáculo a Barcelona coincidiendo con la campaña electoral y no pude poner ni un solo cartel en toda la ciudad, porque todas las vallas estaban ocupadas por los partidos políticos.

--¿Se los cree cuando los oye?

--Yo no me creo nada. Yo ya solo creo en mí mismo, que es donde me parece que está ese hipotético Dios del que hablan. Si eres honesto en tu trabajo y contigo mismo, lo demás viene rodado. Mi concepto de la democracia se aproxima