Difícil lo ha tenido últimamente Tom Cruise para agradar a un público escéptico ante cada paso que da o cada declaración pública que hace. Ya sea al hablar de sus creencias religiosas, atadas a la cienciología, sus ataques a la psiquiatría o sus empalagosas declaraciones de amor hacia su prometida, la joven Katie Holmes, Cruise no ha hecho más que generar incredulidad y estupor. Incredulidad despertó su relación con Holmes. Estupor provocó su aparición en el programa de Oprah Winfrey, en el que usó el sofá de trampolín para demostrar su pasión por su novia. De remate, en una entrevista a la revista GQ dio lecciones al mejor ginecólogo de cómo tratar a una parturienta. En medio de la promoción de Misión imposible 3 , que se estrena el viernes en España, ha sido padre de Suri.

--Ha corrido mucha tinta sobre usted últimamente.

--¿Está segura? (risas)

--¿Cree que eso le ayuda o va en detrimento de su trabajo?

--Yo me centro en mi trabajo, que es bastante intenso, y en mi familia, que cada vez es más numerosa Tom vive en Los Angeles con su hermana, Cass, y los tres hijos de ésta, sus dos hijos con Nicole Kidman, más Katie Holmes y el bebé. No me queda tiempo para prestar atención a todo lo que se dice de mí. Pero no me sorprende nada lo estúpida que puede llegar a ser la gente (risas). Siempre se han escrito cosas de mí. Estoy acostumbrado, pero mi trabajo habla por sí mismo. Soy una persona que se entrega al 100% a hacer las cosas cada vez mejor y creo que los resultados lo demuestran. El éxito provoca el interés de la gente. Es normal. Yo solo puedo decir que soy un hombre feliz y muy afortunado con todo lo que tengo.

--Los personajes famosos prefieren, por lo general, no sacar a relucir su vida personal. Usted ha optado por la postura opuesta, contarlo todo, o casi todo. ¿Por qué?

--A mí siempre me ha gustado escuchar buenas noticias, sobre todo con todo lo que ocurre hoy día en el mundo. Lo que me ha pasado en los últimos meses ha sido extraordinario. Estoy enamorado, he sido padre, tengo una gran familia... ¿Por qué lo iba a ocultar? Si la gente me pregunta cómo estoy voy a ser honesto: estoy radiante de alegría y lo demuestro. No tengo por qué ocultarlo o sentirme avergonzado, cuando se trata de algo maravilloso que desearía que le pasara a todo el mundo. Encima, Katie va a ser mi esposa.

--Será su tercer matrimonio. ¿Qué tiene esta vez de especial?

--Nunca me he sentido como me siento ahora. No sé, tiene que ver con que Katie es un ser genuinamente maravilloso. No puedo explicarlo de otra manera. Me ha cambiado.

--¿Qué cualidades tiene ella que no haya encontrado en otra?

--No me gusta hacer comparaciones, pero si la ha conocido se habrá fijado en su sinceridad. Katie es una persona muy alegre, muy lista, con gran sentido del humor, que se ríe de sí misma y no de los demás. Eso demuestra su inteligencia. Es generosa, muy íntegra, muy digna y le apasiona la vida.

--¿Es cierto que hizo cerrar la torre Eiffel para proponerle matrimonio?

--Es verdad que le presenté el anillo en la cima de la torre Eiffel (risas).

--¿Por qué recurre tan poco a especialistas de riesgo?

--Siempre me ha gustado la acción. Me preparo a fondo y sé hasta dónde puedo llegar. No soy un estúpido y no pienso correr riesgos innecesarios, pero con preparación y contando con el equipo y la seguridad que hay en nuestros rodajes, no veo por qué me tienen que doblar. El personaje es mucho más creíble así.

--El terrorismo flota en la trama de la película. ¿Cuál es su opinión al respecto?

--Es un problema que tenemos que afrontar. Es inevitable. El terrorista quiere crear el caos y el pánico en nuestra sociedad para que le resulte más fácil llevar a cabo sus objetivos y lograr lo que desea. Lo tenemos que evitar. ¿Cómo? No vivir pensando en que hay terroristas en todas las esquinas y que el vecino es nuestro enemigo. Hay mucha gente mala en el mundo, pero hay mucha más gente buena. A mis hijos les enseño a ser valientes y a mirar a las personas por lo que realmente son.