Barcelona hace ya muchos años que se declaró ciudad antitaurina. Y el actual gobierno municipal de CiU lo cumple con tanto fervor que el veto a los toros ha afectado incluso a una escena en la Monumental, sin lidia real y por supuesto sin una gota de sangre, prevista en el rodaje de la película The Gunman , protagonizada por Javier Bardem y Sean Penn y que estas semanas se rueda en la ciudad. No importa ni siquiera que se trate de un quebradero de cabeza para una producción internacional de aquellas que cuestan horrores atraer a organismos oficiales como la Barcelona/Catalunya Film Comission y el Institut d'Indústries Culturals de la Conselleria de Cultura, que ha hecho lo posible para que la sangre no llegara al río. Toros, no; si acaso, como ha acabado sucediendo para esquivar la prohibición, bueyes. Y si no son negro azabache y su aspecto no es suficientemente bravo, se retocan con ordenador y listos. Eso sí, los primeros planos imprescindibles de los astados tendrán que encontrar otro lugar de rodaje, fuera de la capital catalana, con el sobrecoste que implicará.

El conflicto, planteado por el Ayuntamiento de Barcelona (la protección de animales depende de la concejalía de presidencia, ejercida por el concejal de CiU Jordi Martí) y que ha pasado por las manos de tres consejerías (Cultura, Agricultura e Interior, que se inhibió), se planteó hace ya unas semanas al gestionar los productores los permisos municipales necesarios para filmar con animales. En ningún caso se pretendía lidiar un toro. "No puede haber ningún tipo de maltrato de animales en un rodaje", explica el productor español, Adrián Guerra. Algo que tienen muy asumido los productores norteamericanos, acostumbrado a las exigentes normativas de protección de su país. "Era una escena que no sucedía en la arena, sino en los corrales y los callejones. Aparte de algunos muletazos que se resolvían con primeros planos, no lidiando a los toros", aclara Guerra.

NORMATIVA CONFUSA Fuentes municipales niegan que su negativa tuviese que ver con el rechazo a que se asociase la imagen de Barcelona con el toreo (aunque los productores asumieron que quedara clara en la cinta la condiciones antitaurina de la ciudad): "Se trata solamente de una cuestión de normativa: las dos primeras propuestas que llegaron no se adaptaban a la normativa municipal, y una tercera, con bueyes en lugar de toros de lidia y que en lugar de desarrollarse en la plaza lo hacía en los corrales, sí".

Un planteamiento que apoyó la Consejería de Agricultura, que se habría opuesto a la primera propuesta de los cineastas pero avaló, el pasado martes, la segunda, a la que se llegó tras unas intensas negociaciones en las que el Institut d'Indústries Culturals tuvo que abogar por los intereses de los productores ("recibimos mucho apoyo de ellos", reconoce Guerra).

Pero la normativa municipal, la ordenanza de proteccion de los animales del 2003, no parece prohibir de entrada escenas que simulen instantes de una corrida (como tampoco prohibiría un asesinato, un combate de gladiadores o una ejecución de ficción): incluso permite filmar "escenas ficticias de crueldad, maltrato o sufrimiento de animales" siempre que se garantizase que "los daños sean simulados" y sin ningún "perjuicio para el animal".Tampoco distingue entre bueyes, vacas lecheras o toros bravos. Pero el problema son estos, hasta el punto que el plan de rodaje presentado y finalmente aprobado, siempre que los animales no se vean "expuestos a estímulos potencialmente aversivos", hubiese sido rechazado si en lugar de bueyes contase con toros de lidia. Los productors han prometido que usarán "ocho bueyes, en corrales (...) que solo están de figuración en el fondo de la escena para dar credibilidad a la misma" y sin que los actores "interactúen con ellos".

Fuentes municipales niegan que las discusiones hayan creado irritación en los productores norteamericanos: "El productor de la película está encantado de rodar en Barcelona", sostienen. El productor español Adrián Guerra, que lleva el peso de las relaciones con las administraciones, considera que se ha alcanzado "un equilibro" pero espera a hacer balance cuando hayan acabado las cinco semanas que quedan de rodaje. Y sí, tiene claro que el productor ejecutivo Joel Silver está muy satisfecho de la ciudad: "Este tipo de problemas a ellos ya les llegan muy amortiguados". Mejor, si se pretende que algún día vuelva.