No hay familias felices. Pero sí infelices. Sobre esto no hay posibilidad de poner de acuerdo a los autores, salvo a John Ford, que sí podía dirigir películas ni felices ni infelices: agridulces. Como la vida. Mar Coll es aún joven y acaba de firmar su primera película. Bien, como se dice, es algo que se cura con la edad (la juventud). Solo este ´defecto´ explica que su estupendo debut esté marcado por el mayestático sonido de la infelicidad. Claro, ya es tremebundo que esta reunión familiar (´Tres días con la familia´, hoy en el Aula de Cine de Caja Extremadura en Cáceres) se produzca por la muerte del patriarca. Qué felicidad podría argüirse en esta tesitura. Pero vaya, que por separado sus componentes no esbocen ni una maldita sonrisa, salvo bajo los efectos del alcohol, se antoja excesivo. Veamos: el cínico sucesor, mantenedor de esencias patriarcales y manipulador, el hermano amargado, separado, que cree en el retorno del amor a la misma mujer (pobre infelice), la hija a la que solo una operación de cirugía estética podría resolver sus problemas para sonreír... . Con buenas actuaciones (Ramón Fontseré, Eduard Fernández, Nausicaa Bonnin) y gran capacidad de sugerencia en las imágenes, Mar Coll promete, siempre que en su próxima obra incluya más de una broma.