Liv Ullmann no puede resistir tantas preguntas sobre Ingmar Bergman, fallecido a finales de julio. Atrapada en la rueda de entrevistas, llega el momento, tenso e incontrolable, en el que la emoción le puede. Hasta a una gran actriz le resulta imposible disimular, sonreír amablemente y no llorar. Ver sus ojos llenos de lágrimas sobrecoge. Hay mucho cariño y mucho dolor en esa azul mirada.

El moño, la piel blanquecina y ese chal marrón de tulipanes rojos le conceden aspecto de entrañable abuelita tejiendo un jersey de lana en el balancín en un cuento nórdico. Liv Ullmann cautiva. En distancia cortas desprende compromiso y vida, y subida al escenario, también. Ayer el público que acudió a verla al Kursaal, donde le entregaban el Premio Donosti, se lo hizo saber. Si algo transmitían los aplausos era una profunda sinceridad. La admiración y el respeto no se ganan en un día.

Horas antes, durante la entrevista, parecía que Bergman estuviera sentado a su lado. Con él compartió grandes películas y una relación que se sobrepuso a todo, hasta a la rotura. "Un día, andando por la playa, hablamos de que todos los periodistas me preguntan sobre su influencia en mi carrera. ´Lo que tienes que responder es que tú siempre has sido mi Stradivarius´".

De Bergman destaca su fortaleza y su intransigencia. "En su cine habita la verdad. Nunca se vendió, jamás fue a Hollywood. Me enseñó a tomarme mi trabajo en serio, a saber elegir entre ganar dinero o ser sincera. Confiaba en mí. Gracias a él, me siento digna", se sincera la también directora y guionista, que tras su separación llegó a probar suerte en los grandes estudios, donde se negó a cortarse el pelo y a maquillarse.

El pensamiento que encierran sus películas, según la protagonista de Saraband --el último rodaje de Bergman--, ha influido en escritores y en sacerdotes. "Sus visiones sobre si Dios existe, sobre la complejidad de las relaciones humanas y la soledad que las envuelve, hacen que su obra trascienda a generaciones venideras". Espera que este legado no sea reducto de filmotecas y videoclubs. "Lo necesitamos más que nunca", resaltó.

LOS PREMIOS El palmarés se desvela hoy, ante la incertidumbre de si el jurado que preside Paul Auster apostará por nuevas voces o por el cine independiente de los consagrados. De momento, las quinielas coinciden en situar a David Cronenberg y Wayne Wang entre los favoritos. Aunque la sorpresa podría estar en la jornada de ayer, en la que se proyectó Padre Nuestro , ópera prima de Christopher Zalla.