El requetepasado 2 de julio se cumplía un cuarto de siglo de su muerte, pero el mito sigue vivito y coleando. Ora un documental, ora una película, ora un musical, otrora un homenaje y cada cierto tiempo, invariablemente, un nuevo lanzamiento discográfico: ya sea en forma de grandes éxitos, rarezas remasterizadas, tributo, en directo o con grabaciones inéditas. José Monge Cruz. Camarón de la Isla. Rey de reyes de la baraja flamenca.

Hoy tendría 67 años y el punto y aparte que significó en la historia de este género hace de él tanto el primero como el último. Abrió caminos a los que ningún cantaor posterior es ajeno. Camaroneros o no, a todos ha amamantado en mayor o menor medida, y nada de lo que estaba por llegar se explicaría sin la revolución que encabezó junto a Paco de Lucía. Del mismo modo, es la última gran leyenda de una forma de entender el flamenco. Arrastraba consigo una naturaleza jonda ya remota. Como una estirpe artística de la que bastantes, aun mayores que él, le sobrevivieron y poco a poco nos han ido dejando… Alguno sigue aún entre nosotros. Figuras de guadianesca trayectoria, aunque veneradas puertas adentro. Y de quienes el propio Camarón aprendió: como Ramón El Portugués o Rancapino, junto a quien recorría de chiquillo las ventas de la bahía.

En vida no conoció esa inquebrantable unanimidad que suscita. Siempre estuvo cuestionado. En los años 70, por atreverse con todo y acercase a estilos descalificados entonces como nonainos. Y ya entrados los 80, la letanía sobre si mantenía o no sus facultades le persiguió hasta el último día. Pero al mismo tiempo, despertó febril adoración hasta extremos abrumadores. Mesías gitano y mito mucho antes de morir. Absoluto.