Se convirtió en estrella pop cumplidos los 30, a lomos de una canción, La flaca, que durante largos meses las radios no quisieron programar, y se impuso al síndrome del hit de temporada haciendo de Jarabe de Palo un vehículo duradero que fue la extensión de su personalidad. Suyo fue el hallazgo de un rock latino de rimas sencillas y ocurrentes, combinando la sensualidad con una filosofía de vida positiva que sirvió luego para arroparle en su trance con la enfermedad. Pero Pau Donés advirtió siempre de que el cáncer, que se le diagnosticó en agosto del 2015, acabaría ganando la partida, y ayer su pronóstico se hizo triste realidad.

Se fue mandándonos una carta de despedida luminosa y, según sus palabras, «buenrollista a tope», el álbum Jarabe de Palo Tragas o escupes, lanzado por sorpresa hace solo dos semanas. Iba a salir en septiembre, pero se adelantó la publicación y así pudo él disfrutar de la cálida recepción popular. Un cancionero trufado de mensajes de agradecimiento (Eso que tú me das) y de carpe diem. Disco de regreso a aquel rock latino de sus inicios, que Donés grabó tras el parón de un año largo en el que se instaló en Los Ángeles con su hija quinceañera para verla crecer de cerca.

Jarabe de Palo fue él y la cambiante tropa de músicos que basculó a su alrededor; una marca bajo la que buscó amparo ese autor de canciones que durante años mandó sin éxito sus maquetas a las discográficas mientras trabajaba en la publicidad con su hermano Marc. Nacido en Barcelona (11 de octubre de 1966) aunque muy vinculado a Montanuy (en la Ribagorza oscense), de donde procedía su padre, Amado, Pau fue sacudido por la tragedia a los 16 años cuando su madre, Núria, se quitó la vida. Le cayeron entonces responsabilidades domésticas con sus tres hermanos pequeños. Luego, los estudios de Económicas fueron dando paso al trabajo en publicidad y al desarrollo de la afición musical, con un par de grupos embrionarios, Jay & Company Band y Dentaduras Postizas, ambos con Marc a la batería.

A través de un colega de la agencia de publicidad, Fernando de France, llegó el contacto con Virgin, si bien antes de fichar se embarcaron ambos en un viaje a Cuba con el propósito de grabar allí un videoclip casero de la canción El lado oscuro. Allí conoció Pau a la modelo cubana Alsoris Guzmán, que no llegó a intervenir en el vídeo (protagonizado por Eva Nilsen), pero que le dejó una huella suficientemente honda como para inspirar la letra de La flaca.

Jarabe de Palo conquistó a los ejecutivos de Virgin en un concierto showcase en la sala Tarantos, con el fichaje a punto de formalizarse. Entre las nuevas canciones, La flaca era la favorita de la discográfica y particularmente de su directora general en España, la cubana Lydia Fernández. Pero el tema tuvo dificultades para abrirse paso en las radiofórmulas. «Nosotros le veíamos el potencial, pero nadie lo quería poner en la radio. Decían que el estilo musical y la voz de Pau recordaban demasiado a Juan Perro y a Radio Futura», recuerda el entonces director de márketing de Virgin España, Luis Francisco García.

EL FENÓMENO / Aquel primer álbum se presentó en La Boîte, en octubre de 1996, punto de partida para una banda que fue cobrando forma a lo largo de los siguientes meses y que estableció una alineación sólida y reconocible. Este podría haber sido un grupo de un solo éxito, pero Depende (1996) rompió el cliché. Su gira le llevó a grandes escenarios y en su fase final abordó rutas internacionales, con tanteos en Italia (donde el tema central se convirtió en Dipende) y en Francia (concierto en La Cigale, París).

La proyección de Jarabe a mayor escala fue en Latinoamérica, con lanzaderas como el concierto (gratuito) en la plaza del Zócalo, de Ciudad de México, dentro del Festival del Centro Histórico, ante 70.000 personas. Eso ya fue con el tercer disco, De vuelta y vuelta (2001), que Donés promocionó con un gag en torno al afeitado de su cabeza.

Aunque en adelante su cota más alta de popularidad en España fue quedando atrás, álbumes como Bonito (2003) y 1 m² (2004) conservaron una poderosa base de fans, si bien Jarabe tuvo en esos años sus más y sus menos con la crítica musical.

El diagnóstico del cáncer trastocó la esfera pública de Pau Donés, decidido a hablar de la enfermedad sin rodeos, con sentido del humor y comprometiéndose con la investigación científica desarrollada por el Instituto de Oncología del Vall d’Hebron. Fue un libro abierto para sus seguidores, aplicando un desenfadado realismo a su connivencia con «el bicho», como lo llamó a veces. Actitud que plasmó en las páginas de 50 palos... y sigo soñando (2017), su volumen de memorias.

El pasado diciembre, el grupo actuaba en Barcelona, recaudando fondos para la investigación del cáncer; concierto en el que reunió a una veintena de antiguos colegas de filas. Después, un silencio roto con su aparición cantando Vuelvo en su balcón. Un Pau debilitado que se fue defendiendo la sanidad pública, dando las gracias y envolviendo su adiós en la energía positiva para siempre asociada a su música.