Los caminos del trabajo son inescrutables. Véase el caso del animador Abel Góngora, nacido en Barcelona en 1983 y criado en Valencia, pero actualmente residente en Tokio, donde dirige el equipo de animación Flash de Science Saru, el estudio de Masaaki Yuasa, uno de los más respetados creadores de anime de la actualidad. De esas oficinas han salido títulos como Lu over the wall (ganadora del festival de Annecy en el 2017), la exitosa serie Devilman crybaby de Netflix o la recién estrenada El amor está en el agua.

¿Cómo acabó Góngora en esa posición? Ni siquiera él mismo parece saberlo muy bien: «Ha sido un poco por casualidad y por cómo la vida te lleva», nos explica a través de Skype. «No era algo que buscara. Tampoco es que no quisiera venir, pero ha sido todo una concatenación de casualidades».

Tras estudiar Bellas Artes (especialidad animación) en la Politécnica de València, Góngora desarrolló su primer año de trabajo en la compañía irlandesa Cartoon Saloon, la de La canción del mar, para pasar después a la francesa Ankama. «Esta empresa abrió una filial en Japón. Me vine unos meses, conocí a mucha gente, mantuve el contacto… Y cuando abrieron el estudio Science Saru me propusieron trabajar con ellos».

En Japón se valora el trabajo duro, y en particular, al parecer, en la animación, donde además el nivel es muy alto. ¿Cómo se adaptó Góngora a las exigencias de esa cultura laboral? «Ha sido bastante duro», asegura el animador. «A veces, tu vida se reduce al trabajo durante meses; dejas completamente de lado tu vida social. Pero, claro, he tenido el privilegio de trabajar con quien quería, algo que te motiva mucho». Dicen que es mejor no conocer a tus ídolos, no sea que dejen de serlo. Que un ídolo se convierta en tu jefe parece todavía más peligroso. «Ahora es más mi jefe que mi ídolo, pero sigo admirándolo porque tiene muy buenas ideas», asegura Góngora.

Equipo de Flash

Nuestro entrevistado es, a su vez, jefe de otros: como decíamos al principio, dirige en Science Saru (en japonés confesamente limitado, pero sobre todo inglés) el equipo de animación Flash. Así nos explica la técnica: «Es un programa informático con el que puedes conseguir, en poco tiempo, resultados muy difíciles de conseguir dibujando en papel. Se basa en vectores en lugar de un mapa de bits, como las fotos o los dibujos que se escanean. Cuando dibujas una línea, puedes ampliarla o moverla, y es muy flexible; en papel, si amplías una línea, pierdes detalle», explica.

«Como somos un estudio pequeño -añade Góngora-, además de dirigir este apartado he acabado haciendo cosas que pensaba que nunca haría, como dirigir partes de algún proyecto. Por ejemplo, hice los créditos iniciales de Devilman crybaby con Juan Manuel Laguna, que también trabajaba en el estudio. Era toda una responsabilidad encargarse del opening de la serie de Yuasa para Netflix. Lo pasamos mal, pero quedamos contentos del resultado».

El último estreno en salas de Science Saru, El amor está en el agua, es una historia de amor y amistad, surf y café que conquista, sobre todo, por su vanguardista aparato visual; su psicodelia luminosa, sus juegos con las perspectivas a través de imposibles movimientos de cámara. La película fue un desafío a nivel técnico, sobre todo «porque hay mucha agua, un elemento difícil», explica Góngora. «El agua requiere muchos dibujos y es difícil que quede natural o interesante. Hay que dibujar cada imagen que se ve y tener mucho control».

«Por otro lado -continúa-, estéticamente, era más realista que otras obras de Yuasa. Los personajes debían ser más realistas y tienen más detalle que en otros proyectos. Es un nivel de dificultad al que no estamos acostumbrados a trabajar». Sea como sea, la falta de vida valió la pena.