El escritor hispanoperuano Mario Vargas Llosa se ha definido como "ciudadano del mundo" en la conferencia que, tres días antes de recibir el Nobel de Literatura, leen cada año los ganadores en la academia sueca como paso previo a la recepción del galardón. Por eso ha destacado en su discurso su amor por Francia y que, aunque al Perú "de todas las sangres" lo lleva en las entrañas, su relación con España no es menos intensa. "Quiero a España tanto como al Perú y mi deuda con ella es tan grande como el agradecimiento que le tengo".

El Nobel de Literatura del 2010 ha recordado a amigos como Carlos Barral y Carmen Balcells y, como prometió, tuvo un recuerdo especial para la ciudad de Barcelona. "De todos los años que he vivido en suelo español, recuerdo con fulgor los cinco que pasé en la querida Barcelona a comienzos de los años setenta".

Años inolvidables

De esos "años inolvidables" pasados en Barcelona ha destacado que la ciudad "se convirtió en la capital cultural de España" y ha elogiado la transición democrática española. Tras la paletada de cal, la de arena: "Ojalá que los nacionalismos, plaga incurable del mundo moderno y también de España, no estropeen esta historia feliz". Según Vargas Llosa, toda forma de nacionalismo es una "ideología, o más bien religión, de corto vuelo, excluyente, que recorta el horizonte intelectual y disimula en su seno prejuicios étnicos y racistas", a diferencia del patriotismo, un "sentimiento sano".

Mensaje político

Vargas Llosa ha salido en defensa de "la democracia liberal" frente a los "fanáticos homicidas" y ha abjurado de su juventud marxista, tras un tránsito "difícil" en el que tuvo un papel destacado su decepción por la revolución cubana y "el testimonio de los disidentes que conseguía escurrirse entre las alambradas del Gulag". El escritor también exigió a los latinoamericanos "autocrítica", en lugar de condenas a España, por el "oprobio y vergüenza" por haber mantenido durante los dos últimos siglos la explotación de los pueblos indígenas.

Elogio de la lectura

Vargas Llosa, que ha titulado su discurso Elogio de la lectura y la ficción, lo ha abierto con un recuerdo de la clase del colegio de La Salle de Cochabamba donde aprendió a leer a los cinco años. "Es la cosa más importante que me ha pasado en la vida", ha proclamado. "Seríamos peores de lo que somos sin los buenos libros que leímos, más conformistas, menos inquietos e insumisos y el espíritu crítico, motor del progreso, ni siquiera existiría". El escritor hispanoperuano ha destacado además el valor de la ficción, sin la cual "seríamos menos conscientes de la importancia de la libertad para que la vida sea vivible y del infierno en que se convierte cuando es conculcada por un tirano, una ideología o una religión". La mejor prueba del valor liberador, y no solo de evasión, de la literatura es, según Vargas Llosa, el hecho de que todos los regímenes totalitarios "la temen tanto que establecen sistemas de censura para reprimirla".