En la última escena del episodio final de The Young Pope vimos al Papa Pío XIII, interpretado magníficamente por Jude Law, caer fulminado en la plaza de San Marcos de Venecia mientras hablaba frente a miles de fieles. Gracias a la presentación de la secuela The New Pope en la Mostra, fuera de concurso -obviamente: de momento, las series de televisión no compiten-, ahora sabemos que el pontífice está vivo y que está en coma, y que varios episodios después -hoy se han proyectado aquí el segundo y el séptimo- despierta para descubrir que ha sido reemplazado.

En otras palabras, lo que la nueva serie promete ofrecer es una batalla entre dos formas de entender la Iglesia Católica. De Pío XIII sabemos que es un pontífice distante, cabreado y ultraconservador que odia a los gais, es contrario al divorcio y blande la autoridad divina como un hacha. El que intenta tomar las riendas del Vaticano tras él, Juan Pablo III (John Malkovich), se confiesa frágil y asimismo sostiene que, precisamente, la institución eclesiástica solo debería ocuparse de los frágiles. Pero, eso sí, tanto uno como el otro son hombres atormentados y narcisistas; se trata de dos de los rasgos que, según Law, precisamente no espera encontrar en un Papa. Pero son increíblemente útiles a la hora de contar una historia, afirma el actor británico.

"Si en la primera serie quisimos centrarnos en retratar el Vaticano desde dentro, ahora en la segunda se afrontan sus relaciones con el exterior y cuestiones más vinculadas a la actualidad", ha afirmado hoy el director Paolo Sorrentino y, en efecto, el metraje proyectado hoy en Venecia sugiere que a lo largo de sus diez episodios se tratarán asuntos como el terrorismo islámico y la crisis de los migrantes. También deja claro que The New Pope transcurre en un fascinante universo que sin duda no resultará extraño a quien esté familiarizado bien con The Young Pope bien con la obra previa de su director. Por lo demás, sería una insensatez tratar de juzgarla a partir de lo visto hoy en Venecia. Digamos tan solo que, si usamos su predecesora como referente, sería un error perdérsela.