TItnquieto, exigente e irónico hasta la médula, Serafín Portillo semeja un tahúr de los que siempre esconden una carta bajo la manga. Licenciado en Filología Hispánica y Filosofía, ha llevado su magisterio por escuelas e institutos, sin aparcar su lado inquieto por la divulgación literaria y su humor ácido, pródigo en recetas aunque parco en producción.

--Retrata en pocas palabras a Serafín Portillo Mordillo.

--Lea atentamente esta entrevista. Gracias.

--¿El escritor debe estar al margen de la política o la escritura puede ser un arma de compromiso político?

--¿El autor es un ciudadano? La ciudadanía nos confiere unas obligaciones, cuya dejación misma es ya una respuesta política. Por otro lado, la escritura ha sido siempre un arma de compromiso político, no solo porque el autor se comprometa con determinadas ideas, sino porque las ideas lo comprometen.

--¿La situación política marca la marcha del panorama literario?

--Digámoslo con el mayor de los Marx: la infraestructura genera y determina la ideología, que legitima y justifica la estructura social. O dicho por Vallejo en una novela poco leída: "Sí. Conocí al hombre al que luego aconteció mucho acontecimiento".

--¿Cómo valorarías tu paso por el Plan de Fomento de la Lectura?

--Tres años de mucho provecho, fantásticos. Aprendí gestión cultural. Y descubrí un colectivo de gente extraordinaria, los bibliotecarios y bibliotecarias. Gente de mucho valer. Y, la verdad, poco reconocida.

--¿De verdad se lee tan poco en Extremadura?

--No. Lo que sucede es que se hace poco deporte. Somos los últimos en práctica deportiva. Hasta que no observemos una subida significativa en los índices de práctica deportiva, no observaremos una mejora en los de lectura. A ver si me explico.

--¿Internet es una ventana a la edición o la guillotina de la creación?

--Internet es la explosión del Cámbrico. Ahora queda que las distintas especies se regulen, y que equilibren sus nichos adaptativos. Editar no es lo mismo que publicar. Editar exige seleccionar, encaminar el gusto y focalizar la valoración para ofrecerla al semblable lecteur .

--Una anécdota divertida.

--Las prefiero trágicas. Contaré una de estas. Soy muy despistado. En cierta ocasión tuve que llevar a la Delegación de Educación de Toledo unos papeles. El edificio contaba con aparcamiento al aire libre. Metí el coche allí y fui a entregar los documentos, que llevaba en un maletín. Al volver, deposité el maletín en el suelo para abrir el coche. Abrí, me monté y allí dejé la cartera. Volví locos a los pobres funcionarios que, avisados por otro conductor de que había una extraña y solitaria cartera abandonada entre los vehículos, avisaron a la policía y tuvieron que venir los artificieros. Un espectáculo.

--Un viaje inolvidable.

--¿Tornan las grullas hacia ti, y hacia tus costas

Dirigen de nuevo su rumbo las naves? ¿Acarician brisas deseadas tus

"olas tranquilas, y el delfín atraído

Desde la profundidad asolea sus lomos en la nueva luz? ¿Florece Jonia,

"es éste el tiempo? Excuso las comillas.

--Un secreto inconfesado.

--Di mi palabra. Y no faltaré.

--Un reto como escritor.

--¡Algo verdadero, algo verdadero, algo verdadero...!

--Un recuerdo de la gloriosa cultura soterrada en Las Cuevas de Plasencia, que regentara nuestro amigo común Fernando Castro.

--Fue una escuela de arte... y ensayo. Y a Fernando es difícil encontrarle parangón. Haber conocido a ciertas personas únicas es un raro privilegio. Y, todo hay que decirlo, tenía un vino bien curioso.

--Una canción que recuerdas con cariño.

--¿Ayer tarde al lago fui...?

--Un rincón donde sentir la paz.

--En las montañas, siempre.

--Un libro de cabecera.

--Aborrezco el fetichismo. Y no tengo por costumbre convocar juegos florales en mi nombre.

--¿Cómo te gustaría que te recordaran?

--¿Pero es que me van a recordar? Esto me empieza a oler a pompas y no de jabón, precisamente.

--Un lugar donde reposar para siempre.

--Repito, aborrezco el fetiche. Sobre todo el propio.