Vicente Aranda, analista de la pasión amorosa y sus devastadoras consecuencias, se llevó ayer un pateo en la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci). El único que se ha escuchado en ocho días.

El veterano realizador barcelonés presentó fuera de concurso Luna caliente , una película que pretende poner de manifiesto que cualquier persona alberga un doctor Jekyll y un míster Hyde. Interesado en el universo femenino, Aranda propone como protagonista a una muchacha que sufre una violación. ¿Se hunde ella? ¿Se enfurece? ¿Se muere de dolor? ¿De pena? No. Resulta que a la mujer le gusta que la violencia. "De eso ya habló Freud", se escudó, ante los periodistas, el realizador, a quien no se vio especialmente afectado por la mala acogida de la cinta. Quizá porque sus 82 años le permiten estar de vuelta de todo.

Luna caliente narra la vida de un poeta burgalés (a quien encarna Eduard Fernández) que vive en Francia y que regresa a su ciudad para pasar unas vacaciones. El telón de fondo es el proceso de Burgos de 1970, cuando 16 acusados de pertenecer a ETA fueron condenados a muerte y cuya pena se conmutó.

A pesar de que la dictadura está presente en la película, el protagonista es un hombre gris que no interviene en política. Conoce, durante una cena, a la exuberante hija adolescente de un amigo (Thaïs Blume, de la serie Sin tetas no hay paraíso ), a la que acaba violando. Pero, ella, lejos de denunciar el abuso, se enamora de él.

Algunos espectadores vieron en la protagonista una femme fatale , una hembra poderosa nacida para manipular. Otros, la mayoría, vieron una joven sin alma ni cerebro pero con un cuerpo espectacular.

"Me da mucha pena que se considere que mi personaje es simplemente un culo con tetas, porque va mucho más allá", se defendió la actriz Thaïs Blume.

Aranda, acto seguido, admitió que la película puede desatar "algún inconveniente desde el punto de vista feminista". Puso paz Eduard Fernández. "Cada uno que lo interprete como quiera", zanjó sonriendo.