Con "De Lorca a Bowie", nombre de la colección de Victorio&Lucchino, llegó a la jornada inaugural de Cibeles la riqueza, la espectacularidad y el glamour, mientras que de Lemoniez fue el encargado de traer la clásica elegancia. En un inicio de semana en el que no se han visto grandes novedades ni se han podido sacar conclusiones respecto a las tendencias que dominarán la próxima temporada otoño-invierno, Victorio & Lucchino se han movido entre los años 30 y 70 en una colección en la que dominan las mezclas especiales de tejidos, grosores y color, con líneas que recuerdan a las zarinas rusas.

En estas mezclas juegan un papel muy especial las pieles, ya sean de zorro o de astracán, esta última utilizada incluso para vestidos o largas faldas. El zorro sirve para rematar bajos y puños de impresionantes y cinematográficos abrigos en los que los diseñadores sevillanos han bordado a mano lujosas y vistosas pedrerías, enriqueciendo hasta el final las prendas para exhibirlas en un cuidado desfile.

La colección ha surgido a partir de la base del mestizaje de tejidos. Zorro, astracán, lana, tafeta, organza, terciopelo, gasa, todo ello en una misma prenda en la que también varían los colores, pero de forma más tenue.

El color rey es el azul China, que ha pasado a ocupar el puesto de primera línea del negro, y como estampado, solo uno muy suave, de gotas de agua y formas geométricas. Los zapatos, bolsos de fiesta de terciopelo y cristales, joyas, golas que abrigan los cuellos, sombreros, y toda una serie de cuidados complementos han contribuido a abrir una ventana a una época que de noche se viste con trajes vaporosos de una apariencia falsamente sencilla, formados por varias capas de volantes cosidos al cuerpo con vainicas, y todo ello suave y cálido.

El hombre viste con unas líneas de gran similitud con las de las mujeres, en azules y grises, y, sin dejar la sastrería tradicional, los diseñadores han introducido ropa casual, como sus chaquetas-cazadora con cremalleras o los terciopelos y tejidos tecno para la noche. Arquitectura, color, elegancia y feminidad son las palabras elegidas por Lemoniez para definir una colección claramente diferenciada en dos líneas. Una inspirada en las mujeres de las tribus africanas, mujeres elegantes que se visten con prendas envolventes, con grandes collares de pasamaneria de vistosos colores La otra está basada en el patronaje, en un desarrollo muy estructurado de ángulos y líneas rectas, basadas en la arquitectura. "Desarrollo un trabajo de patronaje en el que me salgo del tradicional e investigo con nuevas técnicas, aunque estas no sean obvias a la vista", comentó e Efe el diseñador, que ha creado prendas de visón de seda y de zorro.

La jornada se inició con la colección de Agatha Ruiz de la Prada con prendas llenas de color, tejidos de lana, algodón y propuestas básicas accesibles al gran público y en las que la creadora ha mostrado gran madurez creativa. Las formas de aquellas armaduras y corazas medievales y las líneas futuristas coinciden en las creaciones de Jesús del Pozo. En un ambiente que recordaba el de "En nombre de la rosa", con música monacal, el creador madrileño ha jugado con las superposiciones de tejidos, con cueros tejidos a modo de mallas y las líneas suaves, que se ajustan al cuerpo.

Las armaduras se hace más evidente en las mangas de los vestidos y los abrigos, pero no llegan al vestido de novia con el que cerró el desfile y para el que contó con la actriz Maite Nieto. La innovación de la colección de Juan Duyos se encuentra en que, a diferencia de las anteriores, ha nacido de dos conceptos: la geometría y la naturaleza. Grises, negros, beige y un toque de rojo en "Teorema", nombre con el que define unas propuestas llenas de armonía y calidez, con volúmenes un poco retro y largos a mitad de pierna.

Los vestidos son el eje de la colección de Angel Schlesser, con siluetas huevo y volúmenes trabajados que se trazan a base de drapeados, asimetrías, pliegues y volantes. Regreso de la falda tubo y corola; pocos pantalones y cálidos abrigos en propuestas que tienen en el corte toda la fuerza de su expresión. Y para finalizar, un Elio Berhanyer que concibe su colección en blanco y negro, con pinceladas de morados y grises. El lujo del sport se hace evidente en los sastres blancos decorados con negros. En cuanto a tejidos, terciopelos, fallas bordadas y estampadas, gasas, tweed y, no podían faltar, pieles de visón y zorro.