Lo primero fue la foto que ahora es la portada de su último libro. Vila-Matas la encontró hace años y todavía mantiene para él su poder de evocación. Un hombre solo con aspecto entre resignado y burlón en el tejado de una populosa ciudad norteamericana en los años 20. Alejado de todo. Así se siente como escritor Enrique Vila-Matas y así se lo hace saber a André Gabastou, su traductor al francés, que ha realizado en Fuera de aquí (Galaxia Gutenberg) un libro que reúne las conversaciones mantenidas entre ambos durante un año vía internet en el que el autor, en su estilo erudito y divertido, desgrana sus temas y las ideas que fueron el motor de sus libros.

La edición original, acompañada de un buen número de fotografías que pertenecen al archivo personal del escritor --impagable la que lo muestra de niño en traje de luces--, se lanzó en Francia en el 2011. Dos años después la versión española aparece corregida y supervitaminizada con siete textos inéditos que permiten una lectura a tres bandas "muy semejante a la que se podría hacer en internet", como sugiere Vila-Matas.

Pensado para Francia

"Este es un libro desinhibido --reconoce-- que está pensado para Francia. Cuando uno piensa que lo van a leer allí se olvida de qué dirán sus enemigos en este país".

Así el libro funciona como una suerte de biografía literaria, particularmente interesante cuando el autor se ha dedicado a interponer una serie de máscaras frente a sí mismo en toda su obra. Pero no esperen demasiadas intimidades. Aparece episódicamente el padre, todavía vivo, ferviente nacionalista, un hombre "con un sentido patriarcal llevado a extremos absolutos" que a sus 91 años regaló al autor un recuerdo de niñez para que éste escribiera el reciente Niña, su primera incursión en la literatura infantil. "Tuve que aprender a escribir como cuando no sabía hacerlo. A los 12 años me puse a hacer una novela policiaca titulada Sus dos tíos".

A su esposa, Paula Massot, en arte Paula de Parma, le dedica en el libro una línea memorable: "Uno no se atrofia ni se duerme del todo si permanece atento a Paula de Parma". Desde 1978 todos sus libros, por lo menos los de ficción, están dedicados a ella. "Aquello fue una forma de imitar a Nabokov, cuyos libros siempre estaban dedicados a su esposa Vera. Cuando escribí el cuento Niña me llamaron de la editorial muy preocupados de que no hubiera puesto la dedicatoria. Dije que me había olvidado y que, por favor, la incluyeran".

Pero más allá de esos leves apuntes íntimos, el libro enlaza sobre todo con una célebre frase de Nabokov --de nuevo-- que asegura que la biografía de un escritor es la historia de su estilo. "El libro me ha servido para pensar en cosas de las que no puedo hablar en la ficción". También, en cierta manera, le sirve para ajustar cuentas, como en La levedad, ida y vuelta, uno de los textos inéditos que recoge la conferencia que el pasado año año leyó en la Biblioteca Nacional. "Es muy combativo, en un sentido lúdico. La Biblioteca Nacional era un lugar estupendo para presentar batalla y soltar allí una serie de malos recuerdos de ciertos clanes literarios que siempre prescindieron alegremente de lo yo hacía".