"La guerra es como tirar una piedra a un charco de mierda. Nos salpica a todos". La frase es de Agustí Villaronga, el cineasta que en el 2002 jugó con los formatos y nos hizo creer que un asesino de mujeres embarazadas llamado Aro Tolbukhin existió de verdad. Villaronga ha regresado al Festival de cine de San Sebastián, donde ayer presentó con un aplauso generalizado Pa negre , una película sobre la posguerra en Catalunya cuyo discurso "no es político sino emocional" y donde es difícil separar a los héroes de los villanos. Lo fundamental, insistió el realizador, es que los personajes tengan doble vertiente porque todos están "salpicados" por el gran lodazal que es una guerra.

Pa negre es la adaptación de la novela de mismo título de Emili Teixidor. La película demuestra fascinación por unos universos infantiles nada cándidos. Andreu, el niño protagonista, vive en la Catalunya rural y crece en un mundo de adultos alimentado por las mentiras.

El chaval pertenece al bando de los perdedores y un día encuentra en el bosque (un protagonista más del filme) el cadáver de un hombre y su hijo. ¿Quién los mató? ¿Por qué? Que se preparen el cerebro y el estómago los espectadores para ser testigos de una historia dura y negra donde los personajes están atrapados por las telarañas del pasado, por la esclavitud de la humillación, por la inmundicia de la guerra.

Experto en la creación de atmósferas turbadoras, el director de Tras el cristal (1986) y El mar (2000) aclara: "No es una película sórdida, sino dramática". Pero es que España, por definición, es un país un poco negro, añadió el cineasta.