La industria dictaminó la desaparición del vinilo en 1983 con la llegada del compacto. Pero ha resultado ser un muerto muy vivo que coletea con fuerza en las estanterías de cada vez más tiendas especializadas y webs como eBay y El gramófono. Los que le vaticinaban un futuro tan negro como su material comprueban con estupor que bandas como Héroes del Silencio se apuntan al revival: acaban de reeditar sus siete discos en el viejo sistema analógico.

Una golosina para coleccionistas --hay solo 5.000 cajas-- y envoltorio kitsch, de terciopelo morado y el nombre y logo grabados en plata, con la que el grupo calienta motores ante la gira de resurrección que el sábado empieza en Guatemala. Pero el formato no solo triunfa en recopilaciones. Las 500 copias que Manu Chao lanzó en España de su reciente Rainin in paradize se han agotado y K Industria anuncia otra edición.

El renacer del soporte, que nació hace casi 60 años, lo propiciaron precisamente pequeñas discográficas y grupos alternativos como Arctic Monkeys y Kaiser Chiefs, que a finales del 2006 sacaron pocos ejemplares a modo de objetos de culto. "Es un signo de proteccionismo de la comunidad indie", dice Toby Langley, fundador de Transgressive Records. "El requisito de nuestra casa es que todos saquen un vinilo: la representación más bella de su arte".

MAS FACTURACION José Escribano, el dueño de Escridiscos, la mejor tienda de la movida madrileña, constata que "la venta de vinilos, que cayó hace seis o siete años a niveles ínfimos, supone ahora un 15% de la facturación del negocio". Y en Barcelona, Jordi Jover, encargado de compras de Revólver, recuerda que "desde la eclosión de los discjockey, muchos jóvenes empezaron a comprar para pinchar, pero ahora hay gente de cualquier edad que disfruta de sus ventajas". Eso sí, se queja del coste de los ejemplares de primera mano --las multinacionales los ceden a 15 euros mientras que las independientes a 8-- y explica que compañías como Munsterrecord reedita temas antiguos en vinilo (el 90% de su producción) "a precios asequibles y arrasan". Un filón, constata, que los grandes almacenes no explotan.

El dependiente más veterano de Discos Castelló, Pepe Fernández, cree que si el vinilo perdura es "por su sonido incomparable: reproduce todas las frecuencias y el ambiente original. Y luego están las obras maestras de muchas portadas". En Estados Unidos, dice, se comercializan reproductores de vinilo en todas las tiendas de electrodomésticos. "Y lo que triunfa es el tocadiscos láser, que los reproduce sin agujas y el disco no se estropea". El es coleccionista y habla de la última adquisición en esas latitudes: "Es del jazzman Herbie Hancock. Me costó 100 dólares más desplazamientos. Lo divertido es que en la tienda lo vendo en compacto por tan solo un euro".

Wah-Wah Discos es el paraíso del vinilo. El establecimiento con el mismo nombre que el pedal de la guitarra eléctrica abrió hace 15 años y su encargada, Shakira Benavides, también opina que "el sonido digital pierde algunas de las frecuencias cálidas, los contrabajos y el sonido de madera". Además, se congratula de que en Wah-Wah no se limiten a la venta. De hecho, lo que realmente les apasiona es la arqueología musical. "Pedimos los derechos a los antiguos sellos, si es que existen, y a los músicos, si es que aún los tienen, y luego confeccionamos los discos y las carpetas", relata su encargada.