El premio Cervantes que ayer concedió el Ministerio de Cultura al poeta mexicano José Emilio Pacheco ha sido el colofón de un año cargado de reconocimientos para su protagonista. Apenas recuperado del homenaje que la mexicana feria de Guadalajara le tributó la noche del domingo con motivo de su 70 cumpleaños una llamada de la ministra de Cultura, Angeles González Sinde, le despertó ayer para darle la noticia: era merecedor del máximo galardón de las letras hispanas. El jurado le distinguió por ser "un poeta excepcional de la vida cotidiana", por "su capacidad de crear un mundo propio" y por "el distanciamiento irónico de la realidad".

La reacción de Pacheco, un hombre sencillo y alérgico a los fastos del mundillo literario, es expandir las responsabilidades. "Este es un premio para toda la literatura mexicana que no sale mucho de nuestras fronteras", declaró a la agencia Efe, visiblemente abrumado por la desa-gradable perspectiva de tener que enfrentarse a las temidas entrevistas que tanto tiempo le quitan a la hora de ponerse a escribir. "Yo siempre cuento lo mismo, voy a tener que inventarme una nueva biografía".

Pese a los dos importantes premios que España ha dedicado a una de las grandes voces de las letras mexicanas, Pacheco es todavía, como la mayor parte de los poetas, un gran desconocido entre el público lector español. Aunque es considerado el mejor poeta de México, la poesía es solo una de sus facetas ya que también ha cultivado los campos más diversos como la crítica literaria, el periodismo, el relato, la novela breve, el guión de cine y el ensayo cultural en la línea de Octavio Paz, que junto a Alfonso Reyes fue su maestro. También ha sido traductor de Samuel Beckett, Tennesse Williams, Oscar Wilde, T.S. Elliot y Marcel Schwod y profesor.

RENOMBRE Miembro de la generación de los años 50 que incluye nombres como Carlos Monsivais, Salvador Elizondo y Sergio Pitol, se dio a conocer muy joven y su obra ya figuraba en antologías de poesía latinoamericana en los 50, cuando su producción no había alcanzado aún las cotas de excelencia de una década más tarde. De hecho, fue tras la publicación del poemario No me preguntes cómo pasa el tiempo en 1969 cuando se le consideró una de las voces fundamentales. Otros de sus títulos clave son Desde entonces , Ciudad de la memoria , La arena errante , Trabajos en el mar y Como la lluvia .