Para los espectadores de cierta edad, pocas cosas dieron tanto miedo como el protagonista de Muñeco diabólico (1988), un humanoide de trapo y plástico poseído por un asesino en serie. Chucky, que así se llamaba, fue perdiendo poder aterrador mientras transitaba por una sucesión de secuelas cada vez más autoparódicas, y no queda claro si eso significa que debemos esperar este reboot, que ya se estrenó el viernes, con ganas o preocupación. En todo caso, se recomienda la versión original.