De humildad proporcional a su talento interpretativo, Forest Whitaker ha logrado su estatus de estrella sin perder un prestigio fuera de toda duda. Un lujo al alcance de pocos en Hollywood para una carrera en la que se combinan los mejores cineastas con superproducciones como En el punto de mira .

"Me gustan los personajes complicados pero este no lo es", afirma sin problemas el reciente ganador del Oscar por El último rey de Escocia acerca de su papel en En el punto de mira , un thriller ambientado en Salamanca que llega este fin de semana a las pantallas españolas y que protagoniza junto a Eduardo Noriega, Dennis Quaid, William Hurt, Sigourney Weaver y Matthew Fox.

"Interpreto a una persona con un elemento de humanidad muy importante pero no tuve que investigar mucho para captar su esencia. En cierto modo fue también un reto profesional, ya que en esta ocasión no tenía nada a que aferrarme a la hora de construir el personaje", dice.

Whitaker, que ha trabajado con directores como Robert Altman, Oliver Stone, Jim Jarmusch o Martin Scorsese, comenzó a finales de los 80 a recibir el respeto crítico que ha definido al resto de su carrera con Bird , la biografía en celuloide de la leyenda del jazz Charlie Parker que dirigió Clint Estwood.

"Mi objetivo no es mantener un balance entre grandes filmes para los estudios y el cine independiente. Solo busco personajes que me puedan interesar, que me hagan crecer. Ahí es donde encuentro el equilibrio como actor".

Ahora, el cineasta británico Pete Travis --Omagh -- se sirve en En el punto de mira de ocho distintos puntos de vista para, a través de una trama no lineal que se compone como un puzzle, descubrir la verdad acerca del intento de asesinato del presidente de los Estados Unidos durante su visita a Salamanca y muestra cómo la plaza Mayor de la ciudad sufre una enorme explosión, rodada en México en una réplica exacta del lugar original.

La cinta se ha colocado en el primer puesto de la taquilla estadounidense en el fin de semana de su estreno, con una recaudación de 23 millones de dólares en tres días de un poco competitivo mes de febrero, y en ella se plantea cómo el resto del mundo puede llegar a juzgar la política exterior de Estados Unidos.

Para Whitaker, su personaje no representa al ciudadano medio estadounidense. "Es más bien un ciudadano del mundo, un turista que vive una situación inesperada en un lugar que no es el suyo y que aún así intenta mejorar su situación", defiende el también protagonista de Ghost Dog (1999).

"En Estados Unidos hay algo de miedo al fundamentalismo, esa es la razón por la que votaron a Bush para un segundo mandato --explica Whitaker--. Este tipo de mentalidad ha cambiado, la sociedad se plantea ahora qué va a ocurrir con el conflicto en el que estamos sumidos, cómo vamos a salir".

APUESTA POLITICA Por ello no duda en hacer su propia apuesta política: "Los demócratas van a ganar las elecciones este año porque la conciencia de los estadounidenses está cambiando y el pueblo está definitivamente pidiendo un cambio".

Whitaker también ha encontrado su camino como cineasta, convertido en un "director de mujeres", se define él mismo, desde que se iniciara tras la cámara con Esperando un respiro (1995), drama romántico protagonizado por Whitney Houston, Angela Bassett y Loretta Devine.

Aunque queda sorprendido cuando se le reconoce que su trayectoria como director no es tan conocida entre el público español como sus logros interpretativos, el actor ya piensa en preparar su próximo proyecto en la dirección para el 2009.