Un profesor de la Universidad de Haifa (norte de Israel) intenta comprender la falta de entendimiento entre árabes y judíos a partir de sus estudios sobre la Argelia poscolonial. Se trata del profesor Yojanán Riblin, el protagonista de La novia liberada (Anagrama), la nueva novela del escritor Abraham B. Yehoshúa (Jerusalén, 1936).

Según el autor, "para entender a cualquier pueblo, hay que indagar en su literatura, sobre todo en la poesía, ya que es donde se encuentran los códigos secretos". Reconoce, además, que le fue muy difícil no hablar de los árabes de manera muy romántica, "ya que tendemos a idealizarlos".

EL CONTENIDO La novia liberada es una novela que habla de fronteras de todo tipo, "tanto de las íntimas y personales como de las geográficas". En este sentido, cree que la única solución al conflicto palestino-israelí es que "se marquen fronteras establecidas entre palestinos e israelís para delimitar sus territorios".

Sobre el muro construido por el Gobierno de su país, el escritor piensa que es "discriminatorio", porque entra en territorio palestino: "Un muro es un elemento en el proceso de establecer una frontera. Pero éste es un muro vicioso. El que se estableció en 1967 sí que nos protege de ataques terroristas".

"Siempre he tenido una relación complicada con la realidad", afirma Yehoshúa, cuyos primeros relatos y novelas eran más abstractos y tenían elementos surrealistas. "Poco a poco, me puse a escribir describiendo la realidad. Pero el elemento surrealista y abstracto siempre formará parte de la realidad".

Yehoshúa empezó a escribir esta novela en 1998 cuando no había grandes problemas entre israelís y palestinos y la acabó en el 2001, cuando estaba empezando la segunda intifada. Este cambio de situación política y el aumento de la violencia provocó grandes cambios en la obra y en el propio autor: "De repente, sentí que la realidad se escapaba de mi novela y que yo estaba escribiendo sobre cosas banales. Ahora que estamos en un periodo de calma, siento como si esa realidad hubiera vuelto a mi novela", subraya.

El escritor israelí reconoce que se ha necesitado un poco de tiempo --10 o 15 años-- para que el público español se habituara a la literatura hebrea. "Pero ahora España se ha abierto a Europa y ha permitido que la literatura hebrea se introduzca en el continente", precisa.