Pongan el play: I don’t fuck with nobody; no creo en nadie; I don’t trust nobody; te gusta mi money; te gusta mi culo; te gusta mi papi; te gusta mi puño; te gusta mi foto; te tengo loco; hasta los moros me comen el toto. Canta La Zowi en Trust No Bitch, nihilismo en vena. Perdón, antes de darle al play, ella les pediría que abrieran su mente. No obstante, el trap ha abierto una brecha extraordinaria en el público que tiene que ver con el relevo generacional y con ciertas miradas de superioridad moral. Ella misma pregunta en el tema Tu o Yo: ¿Qué vale más tu vida o la mía? «O lo entiendes o no, tengas la edad que tengas».

La Zowi es incómoda, descarada, singular y, por eso, es el gran icono femenino de la escena de la música urbana española. Ha desgarrado clichés y estereotipos. Destila carisma, personalidad y seduce con un poder estético inimitable. Al igual que crea comunidad con sus canciones, también hace salir algún sarpullido. Adelanto -por si no lo saben-, le da igual los picores que cree. «Mi música es bastante particular y no va a las masas, sino a un público más selecto», comenta. «Igual que he generado mucho odio, también hay gente que me quiere y que he llegado a muchos corazones y muchas mentes».

Esta cantante de trap de 25 años nacida en Francia, emigró a España y creció en Granada. También ha vivido en Barcelona y Madrid, donde ahora está afincada. «Viajar te abre la mente y creo que eso me ha dado cierta inquietud a la hora de hacer mi vida», puntualiza. La Zowi, que hace más de cinco años que va publicando un goteo de canciones, dio un paso adelante el pasado noviembre con su primer álbum, Ama de casa (La Vendición). Le ha costado darlo, cuenta: «Empecé por diversión y sin ser consciente de lo que hacía, y, al estar bastante sola como mujer, me he relajado. Al tener más competencia, la gente te pica, te anima». asegura.