Decenas de miles de personas han rendido un sentido homenaje al fallecido cantautor, escritor y político José Antonio Labordeta, por cuya capilla ardiente ha pasado gente que le admiraba, respetaba y cantaba sus himnos, amigos de la música y de las letras, y compañeros de la política.

Ciudadanos de todas las edades y condiciones han expresado su respeto y admiración al también poeta, que murió ayer a los 75 años, la mayoría en un respetuoso silencio, dejando flores y cintas con los colores de la bandera de Aragón, y hasta cantando, como hizo una mujer que interpretó ante el féretro una jota.

Otros dejaban pañuelos y cachirulos, se santiguaban o le enviaban besos, levantaban el puño cerrado o solo lloraban, reflejo de los muchos sentimientos que ha despertado en la sociedad aragonesa, en el pueblo, la polifacética figura de un hombre del que todos han destacado su dignidad, independencia y su lucha por la libertad.

Durante todo el día no ha cesado el desfile de personas ante la capilla ardiente instalada en el Salón San Jorge del Palacio de la Aljafería, sede de las Cortes de Aragón, que cerró sus puertas a las 21.00 horas, tras permanecer abierta al público dieciocho horas.

La trascendencia de José Antonio Labordeta fue reconocida hoy con la imposición de la Medalla de Aragón, la máxima condecoración de la Comunidad, que colocó sobre la bandera aragonesa que cubría el féretro el presidente Marcelino Iglesias, quien ha destacado el "duelo" que supone la pérdida de "un aragonés de todos".

En el acto han participado, además de las primeras autoridades aragonesas, las ministras de Defensa y de Cultura, Carme Chacón y Ángeles González-Sinde, respectivamente, quienes siguieron el minuto de silencio que se guardó en memoria de Labordeta, roto por su voz, con la canción Ya ves, que sonó en la megafonía.

Chacón, muy emocionada, dijo que, aunque nunca quiso dar una lección a nadie, al final su vida lo ha sido "hasta el último día", mientras que González-Sinde apuntaba que "para el mundo de la cultura hoy es un día triste porque hay pocas personas que sean tan versátiles" y con generosidad para "repartir la sabiduría".

Los reconocimientos a Labordeta han llegado de todos los ámbitos, desde Ignacio Fernández Toxo, secretario general de CCOO, sindicato en el que militaba, al arzobispo de Zaragoza, Manuel Ureña, del empresario Manuel Pizarro, que fue su alumno en Teruel, a los políticos Leyre Pajín, Diego López Garrido, del PSOE, Joan Tardá (ERC) y Joan Saura (ICV), el cineasta José Luis Borau, el músico Caco Senante, o el presidente de Ibercaja, Amado Franco.

Sus amigos de la música y del mundo artístico también se han trasladado hasta la capilla ardiente, desde Joan Manuel Serrat, con quien le unía una estrecha amistad desde hace muchos años, hasta otros como la cantante aragonesa Carmen París, el actor Gabino Diego o el director de cine José Luis Borau, también aragonés.

Según el cineasta aragonés, su desaparición no va a ser buena para la Comunidad, ya que era la "viva la imagen de Aragón", que ahora vera palidecer, "un gran inconveniente para la propia tierra aragonesa", ha sentenciado para glosar la trascendencia de Labordeta.

Joan Manuel Serrat ha dado "gracias a la vida" por haberle proporcionado la posibilidad de conocer a José Antonio Labordeta y "de haber discurrido con él un trecho largo de nuestras vidas", con el deseo de encontrar un mundo mejor, más libre, más justo, más respetuoso con el prójimo y más sabio.

La cantante Carmen París, que ha depositado junto al ataúd una bandera republicana, ha remarcado que todo lo que ha hecho y ha dicho, su obra y su espíritu, "siguen más vivos que nunca", como lo demuestra la gente que ha venido a despedirse de Labordeta, porque sabe valorar "a las personas de verdad".

El último adiós se lo han dado esta noche, tras cerrarse la capilla ardiente, miles de personas convocadas a través de las redes sociales, ante el Palacio de la Aljafería, para interpretar las canciones más emblemáticas de Labordeta ante su familia.

Los restos de Labordeta serán incinerados mañana en un acto privado de la familia, y las numerosas coronas de flores que han llegado de toda España serán depositadas en la tumba del político aragonés Joaquín Costa, al que se considera precursor del aragonesismo.