Consejero del Cáceres

La fecha del 11-M, parece marcada por resultar determinante en el futuro más inmediato del Cáceres CB. Las decisiones que de la urna se deriven pueden terminar bruscamente con el sueño de una afición, o por el contrario abrir una vez más una puerta a la esperanza. Eso sí, debemos entender en este último caso que la intensidad de las acciones a emprender por todos cuantos deseamos continuidad y larga vida al espíritu del 10 de mayo se nos presentarán frenéticas hasta conseguir la ansiada meta de lograr ´capital social´, pero bueno, debemos entender que en el fondo, y a la vista de los acontecimientos vividos en los últimos días, afortunadamente hay ´gente que responde y le va la marcha´. Por citar algunos, supongamos que hablamos de un grupo denominado ´Plataforma: Cáceres ACB´.

En el supuesto que alguien le pudiera resultar cuando menos indiferente la continuidad de nuestro equipo en la élite del baloncesto nacional, no sería menos cierto que el fin de nuestra presencia en los medios de comunicación social en los diferentes niveles (locales, regionales, nacionales, etc.), aportaría un mayor grado de oscurantismo a nuestra carencia de imagen como ciudad y como región. Pero más allá de esta constatada reflexión se me ocurre que la ciudad sufriría una acusada pérdida en su identidad popular y convergencia social. Si en cuanto a la identidad popular me refiero a lo que significa ´ser del Cáceres´ --ya que hasta el 10-M nos repartíamos por las franquicias de los grandes (Madrid, Barcelona, Unicaja, etc.)--, en lo referido a la convergencia social me estoy acordando de esos grupos familiares que acuden a cada partido de nuestro pabellón multiusos, dejando por una horas las diferencias generacionales, la incompatibilidad horaria y seguramente a más de un problema no resuelto de la semana.

Por conclusión, el 11-M no solamente puede suponer una quiebra en la pérdida de un espectáculo deportivo reservado a pocas ciudades de nuestro desigual mapa nacional. Puede traernos la secuela de llegar a pensar que la participación social y nuestro tejido empresarial no pudieron una vez más superar un intento más de salir de la oscuridad.