Son las 23.45 del 2 de julio y llego en solitario a la Plaza Mayor de Cáceres, completando así los 267 kilómetros de esta dura prueba que inicié en compañía de José Manuel Carrero y Antonio Manzano y que ha discurrido por los caminos naturales que unen Cáceres, Mérida y Badajoz. La particularidad es que ha sido un non stop , es decir, que las únicas paradas han sido para avituallamientos o reparación de averías.

La prueba fue ideada hace cuatro meses por José Manuel, miembro del equipo de raids El fontanero y muy experto en este tipo de pruebas de aventura. Se trata, además, de un reto solidario, ya que colaboramos con la ONG Deportistas Solidarios para recaudar fondos para un proyecto educativo muy especial: comprar bicicletas para que los niños de las escuelas salteñas de la región de La Puna en Argentina puedan ir al colegio con menos dificultades. El desafío solidario ha sido un éxito gracias a las donaciones desinteresadas de muchos particulares y hemos podido recaudar los 1.000 euros que teníamos como objetivo.

Volviendo a la prueba, la salida se dio en la Plaza Mayor de Cáceres a las cuatro de la mañana del día 2. Equipados con potentes focos nos dirigimos hacia el sur por la Vía de la Plata y pasamos por las localidades de Valdesalor, Aldea del Cano, Casas de Don Antonio y por espacios naturales muy bellos como el Parque Natural de Cornalvo o el embalse de Proserpina. Nos encontramos muchos peregrinos en el camino hacia Santiago. El recorrido es más técnico de lo que esperábamos y acumulamos un ligero retraso sobre el horario previsto, pero era importante no arriesgar.

Mérida, primera parada

Llegamos a Mérida hacia las 8.30 de la mañana y subimos desde la plaza por la calle Santa Eulalia hasta el teatro, donde nos recibe el personal del Consorcio Ciudad Monumental. Una vez conseguido nuestro primer objetivo salimos de Mérida por el Puente Romano y tomamos el camino natural del Guadiana con la vista puesta en Badajoz. Cuando llegamos al kilómetro 100 paramos a desayunar en la localidad de La Garrovilla. Tostadas, café, zumos, fruta, barritas energéticas y todo lo necesario para mantener nuestras energías lo más intactas posibles para afrontar el último tramo, el más duro.

Durante el trayecto por el camino natural del Guadiana nos unimos a Cati, que es una experta ciclista que nos hace de guía. Nos acompaña hasta Lobón y allí nos volvemos a quedar solos otra vez los tres miembros del equipo. El aire pega de cara con fuerza, con lo cual no podemos dejar de pedalear ni un segundo, ya que debemos mantener cierta velocidad constante en este tramo que en teoría era el más fácil, pero que al final fue el más duro en el aspecto mental. Al pasar por Talavera la Real el calor empieza a hacer acto de presencia y Toño empieza a sufrir sus efectos. Debido a ciertas circunstancias no ha podido entrenar mucho, pero quería llegar al menos hasta Badajoz.

El primer contratiempo

Entramos en la Plaza Alta a las 15 horas y Diego sufre una espectacular caída al chocar contra una valla de policía, pero afortunadamente todo queda en un rasguño. En este tipo de pruebas perder la concentración incluso en el momento más sencillo trae estas cosas que pueden dar al traste con toda una planificación. Es entonces cuando Toño decide retirarse del reto, lo cual nos entristece, pero es perfectamente compresible, ya que lo primero es la salud.

En Badajoz nos esperan familiares y amigos para darnos ánimos. Nos hacemos unas fotos y nos vamos a comer a Gévora. Ahora se unen a la ruta Manuel Pozo y Gonzalo Mutuberría, que se convierten en improvisadas liebres para no aletargarnos demasiado. Justo antes de entrar en la Sierra de San Pedro, José Manuel empieza a tener problemas graves en la rodilla izquierda. En Villar del Rey paramos para avituallarnos, estirar y refrescarnos. El equipo de apoyo de El Fontanero Raider Team nos tiene todo preparado: agua fresca, vitaldrink, los nd3, las barritas, chocolate e incluso una ducha-móvil que nos viene de maravilla antes de afrontar el tramo más duro de la prueba, que discurre entre Villar del Rey y la Puebla de Obando.

Es un tramo precioso que aún conserva cierto verdor. Vamos entre jaras, alcornoques y encinas y tenemos que prestar atención especial en las bajadas, ya que son peligrosas por la cantidad de piedra suelta y regateras que acumulan. Durante dos horas hacemos sólo 27 kilómetros y no hay un tramo de descanso entre repechos imposibles y bajadas peligrosas. El dolor de rodilla de José Manuel va a más y al llegar a la Puebla de Obando decide abandonar el reto. Este fue un momento muy emocionante y muy triste. Pensad que cuando llevas 230 kilómetros y 17 horas de bici y sólo te quedan 30 kilómetros para la meta, abandonar por una lesión produce una mezcla de tristeza y frustración que es muy difícil de sobrellevar y que nos hace ver que este reto es algo realmente duro y que todo se puede ir al traste de un momento a otro.

El tramo final

Un poco cabizbajos retomamos el camino hacia Cáceres. Voy acompañado de Mutu y de Manuel y llevamos un ritmo muy bueno. Si seguimos así podemos llegar a Cáceres sobre las 22.30. Pero la siguiente sorpresa está por llegar y al final de una bajada complicada vemos a Manuel tirado en el suelo y por la postura con síntomas de tener tocada la calvícula. Ha tenido una fuerte caída y aunque está bien ha reventado las dos ruedas de su bicicleta, lo cual nos obliga a cambiar las cubiertas y reparar las ruedas. Os aseguro que no es fácil arreglar un pinchazo con los dedos agarrotados después de 240 kilómetros sobre la bici, pero somos rápidos y emprendemos la marcha sin mayor problema.

En la siguiente parada, el coche de apoyo nos espera para montarnos los focos de las bicis, ya que la noche está al caer. Mi intención era salir de la Sierra de San Pedro antes de que se hiciese de noche, pero es imposible. Aún así mantenemos un buen ritmo. El último tramo lo hacemos por carretera, ya que el camino está intransitable y no podemos arriesgarnos a tener otro accidente.

Ya en las calles de Cáceres me relajo y empiezo a disfrutar. Me siento muy satisfecho y empiezo a pensar en toda la gente que desinteresadamente nos ha estado apoyando. A las 23.45 entro en la Plaza Mayor feliz y cansado, pero muy agradecido por todas las cosas buenas que nos han pasado.