El Barça no acudió al mercado de invierno, cerrado el 31 de enero, pero ayer le llegó un refuerzo. Y muy esperado, por cierto. Tanto por su valía futbolística como por su carisma humano, aunque en este caso lo primero casi es lo de menos. Eric Abidal, en primer término, y el barcelonismo, detrás suyo, recibió ayer la mejor de las noticias en muchos meses. De hecho, es el anuncio que se llevaba esperando desde que el lateral zurdo saliera de uno de los quirófanos del hospital, el pasado 10 de abril, tras someterse a un trasplante de hígado. Los médicos azulgranas dieron ayer el alta a Abidal, que ya está a plena disposición del equipo para poder jugar.

No lo hará mañana ante el Sevilla en el Camp Nou, un compromiso que le llega demasido pronto, pero a partir de la semana próxima cualquier momento puede ser bueno para que Tito Vilanova y Jordi Roura le incluyan en una convocatoria, algo inimaginable hace solo unos meses. Y es que el gran triunfo de Abidal ya es de por sí haber superado el cáncer que sacudió su vida y la de su familia el 15 de marzo del 2011, día en que el Barça hizo oficial la enfermedad. Volver a calzarse las botas, ponerse la camiseta con el número 22 y saltar de nuevo al Camp Nou en partido oficial para recorrer la banda izquierda era una quimera que está a punto de hacerse realidad. Aunque tanto para el propio Abidal como para el médico que le operó no era un imposible.

"Depende de él. Yo no me negaría a ello, la respuesta nos la dará el tiempo. Pero si Eric responde satisfactoriamente, no hay nada que pueda condicionarle", afirmó a finales de mayo Juan Carlos García-Valdecasas, el cirujano que le operó, dejando entonces abierta la puerta al regreso del jugador, un umbral que Abidal está a un paso de cruzar y que le permitirá de nuevo sentirse futbolista, unas sensaciones que dejó aparcadas el 26 de febrero del 2012 en el Vicente Calderón (1-2 ante el Atlético).